Tres meses en un calabozo pasó un gendarme de 24 años hasta que un juez dudó de que hubiera violado a una amiga suya de la infancia, al cabo de una noche de boliche, con alcohol y amigos el pasado 16 de abril, en Jáchal. Y la ley es clara: ante la duda, cualquier magistrado debe fallar a favor del imputado. Una falta de mérito fue la consecuencia jurídica de ese estado de incertidumbre en el juez de la Segunda Circunscripción Judicial con asiento en Jáchal, Domingo Daniel Castro. Y para el joven gendarme significó recuperar su libertad, el último martes por la tarde, más allá de que la causa aún sigue abierta y continuará como imputado hasta que el mismo juez decida si debe procesarlo o desligarlo con un sobreseimiento.
¿Por qué dudó el magistrado? Aunque parezca increíble, un corpiño de la denunciante fue la prenda que sirvió para sembrar la incertidumbre e inclinar la balanza en favor de la libertad del imputado, porque hasta la aparición de esa ropa interior todo parecía indicar que hubo una violación. A pesar de que ambos habían tenido sexo consentido en una ocasión (en enero pasado) y a pesar de que los amigos en común los vieran besarse esa noche en el boliche.
En respaldo de sus dichos, la denunciante dijo que su amigo reconoció haberse propasado y que le pidió disculpas cuando ella le pidió explicaciones.
Sin embargo, tras la denuncia efectuada el 5 de mayo pasado, el corpiño fue descubierto por la madre del gendarme (un joven de apellido Templado) debajo de la cama donde su hijo y su amiga de los últimos 18 años tuvieron relaciones cerca de las 9 de la mañana de aquel 16 de abril de Semana Santa.
La prenda fue ofrecida como prueba por el defensor del efectivo, César Jofré y su ayudante, Eduardo Núñez, con la idea de que la joven la reconociera o, en caso negativo, el juez ordenara una prueba de ADN.
Pero no hizo falta ese examen, porque la chica reconoció como suyo el corpiño y dijo que lo vestía la noche en que su amigo la sometió sin su consentimiento, una noche de la que no recordaba muchas cosas, sobre todo después de las 4, por el alcohol que consumieron.
En sus recuerdos se incluía el momento en que despertó en la casa de su amigo cerca de las 9 de la mañana, con él encima suyo, abusándola. También recordó que en la cama en la que estaba sólo vestía un top y suponía que el resto de la ropa se la había sacado él.
Lo que no pareció lógico y tampoco encajar como una secuencia habitual de los hechos, fue que el joven le sacara toda la ropa, incluido el corpiño, y luego se tomara el trabajo de ponerle sólo el top.
En su descargo, el gendarme aseguró que nunca violentó a su amiga y que aquella noche tuvieron relaciones sexuales consentidas, indicaron los voceros.
Ahora, el juez deberá recabar más evidencia para determinar si cabe mantener la sospecha contra el gendarme o si, por el contrario, debe desligarlo definitivamente con un sobreseimiento.