Ricardo Castro había sido la llave para destrabar el complejo doble homicidio de Víctor Sillero (87) y su esposa Florencia Bustos (86), muertos días después de que al menos un delincuente les destrozara la cabeza a golpes en su casa del barrio Guillermo Rawson, en Rawson, el 23 de mayo de 2017. Porque cuando el caso parecía condenado a la impunidad, Castro apareció en escena por la jugosa recompensa ofrecida para esclarecer el caso (medio millón de pesos) y reveló que el día en que habían atacado a los ancianos, él estaba en la casa de la curandera Alicia Cortez en el barrio Los Andes, Chimbas, a la que frecuentaba por ayuda espiritual, cuando apareció Sandro Javier Bordón (46) y la mujer le pidió que esperara por la "urgencia" del caso, pero igual pudo escuchar todo. Según Castro, Bordón le contó que se había mandado una macana con los Sillero, que los había golpeado con unos nunchaku y que revolvió todo pero no halló la plata (se hablaba de más de 2 millones). Y que la mujer le respondió que el dinero sí estaba y le recomendó afeitarse y cortarse el pelo.
Cuando terminaron -explicó- Bordón amenazó con matarlo a él y a su hijo si acaso decía algo de lo que había escuchado.
Hoy, Castro ratificaría esos dichos que en principio sirvieron para tener por sospechosa a la mujer, luego sobreseída. Durante el juicio, la curandera negó ese diálogo con Bordón y su reticencia molestó a la fiscal Leticia Ferrón de Rago: "¿usted cree que somos tontos?", le dijo.
Para hoy estaba previsto también que la Fiscalía y el defensor oficial, Marcelo Salinas, expusieran sus alegatos ante el juez Ernesto Kerman (Sala II, Cámara Penal) quien resolverá si Bordón debe o no ser condenado a perpetua por el doble crimen.