Ya había relatado que la relación entre su hija Pamela Rodríguez (17) y su vecino Ángelo Misael "Pato" Castillo (22) nunca había sido buena. Que ella supo al menos de cinco episodios de violencia, en los que además de insultarla siempre terminaba pateándola en el piso. Que era celoso y posesivo, que se había obsesionado con ella y dejó flotando la duda de que pudiera haber perdido un embarazo a causa de sus arranques de furia. Y que aún resuena en su mente el ensordecedor alarido final de su hija cuando su entonces expareja se metió a su casa en Calingasta y la sentenció con un certero puntazo en el cuello la madrugada del 23 de febrero de 2019. Pero Andrea Rodríguez no pudo contener las lágrimas, la bronca y todo su dolor cuando el fiscal Daniel Galvani le pidió a los jueces Silvina Rosso de Balanza, Maximiliano Blejman y Juan Bautista Bueno (Sala II, Cámara Penal) que la autorizaran a reconocer si el sujeto al que ella aludía era el que mostraba la pantalla, en conexión con el Penal de Chimbas. "Vos te metiste a mi casa a matar a mi hija, "Pato", no me le podés negar… ¿por qué lo hiciste?, dejaste a un niño sin su madre… ella no merecía morir así", dijo la mujer, apuntando furiosamente con su índice al joven puestero, que no reaccionó ante sus recriminaciones.
Castillo empezó a ser juzgado ayer por el homicidio de esa jovencita de 17 años, que era su vecina en el barrio Bicentenario I. Con ella convivió apenas 1 año y 4 meses y tuvo un pequeño (hoy de 2 años) antes de que la chica decidiera abandonarlo por sus continuos ataques.
Mario David Morán es el abogado que defiende a Castillo e intentará atenuar la grave imputación en su contra, pues le atribuyen un delito castigado con perpetua: homicidio agravado por la relación de pareja que tuvo con la víctima.
El testimonio de la madre es clave, junto con el de dos hermanos de la jovencita asesinada, pues ellos presenciaron el momento en que Castillo estaba montado sobre su ex en su cama, atacándola antes de huir por el dormitorio de su madre, por donde se había metido. "Vos tenés que estar conmigo, con nadie más", le había dicho más de una vez.