Fue el olor a plástico quemado lo que sacó de la cama a María Eugenia Gómez (43) alrededor de las 2 de ayer. Sin embargo la ansiedad por saber qué pasaba la sorprendió amargamente cuando asomó a la cocina comedor: era fuego, que se colaba por las precarias paredes de caña y barro, por los techos. Fuego que destruía su heladera, el lavarropas, sus muebles. Fuego que en el acto no le dejó más chance que sacar de apuro a sus 7 hijos y ponerse a salvo en el rancho de al lado, el de su cuñada.
Lo demás fue la impotencia de ver cómo se destruía todo en la casa que desde hace 12 años le prestan para vivir con sus niños de entre 13 y 3 años (la mujer está separada desde hace 1 año) en la calle Rastreador Calívar (Lateral Norte de Ruta 20), unos 100 metros al Este de San Isidro, en La Puntilla, Caucete.
Nadie pudo hacer nada, porque hace 8 meses que no tienen agua potable y las reservas de líquido son muy limitadas, contó Gómez y sus vecinos.
El siniestro recién pudo ser controlado minutos después por bomberos voluntarios de Caucete y de la Policía. Pero para ese momento las pérdidas eran prácticamente totales, pues el fuego había consumido tres televisores, una heladera, el lavarropas, una cocina, dos mesas, 12 sillas, cuatro camas, una bicicleta, dos modulares, toda la ropa, el calzado y la mercadería que con gran esfuerzo adquiere para el mes con la ayuda de su expareja y los planes sociales.
‘En la Policía me dicen que todo fue por un cortocircuito, pero para nosotros es una desgracia muy grande. Necesito ayuda porque no puedo vivir en lo de mi cuñada, ella tiene dos hijos, un hermano con capacidad especial y tiene una sola pieza, ahí no podemos estar todos amontonados‘, dijo ayer la mujer, desesperada.

