La travesura de un niño tuvo consecuencias casi funestas para una familia de Albardón. Por jugar con un encendedor, prendió fuego a su cama y provocó un siniestro en todo el rancho. El papá rescató al chico de 8 años, que terminó con parte del cabello y su polera quemados, y a su otro hijo de 5 meses, pero no pudo salvar la precaria vivienda que se incendió con los muebles, artefactos y la ropa que tenía la familia.
Aníbal Reinoso, de 29 años, y su mujer Paola Chávez, de 27, perdieron todo en esa precaria casa de calle Benjamín Lucero en el Asentamiento Evita. Hasta se les quemó los últimos 70 pesos que les quedaba. Ella es una empleada doméstica y él un obrero rural sin trabajo fijo, que desde año pasado viven provisoriamente en un rancho de adobe y caña de dos ambientes hasta que terminen las viviendas que el municipio construye en esos terrenos.
Reinoso está engripado, por eso ayer no fue a trabajar y se quedó en cama con sus hijos, Braian de 8 años y Tiago de 5 meses. Al mediodía, se levantó a cocinar. En esos momentos fue que su hijo mayor se puso a jugar con un encendedor en el único dormitorio de la casa. ‘Escuché cuando me dijo: papá, está saliendo humo. Y ya se estaba prendiendo fuego la cama’, relató el obrero. Sin pensarlo dos veces, alzó a los niños y corrió hacia afuera. Braian no se quemó de milagro, pues el fuego le ‘chamuscó el pelo y la polera’, contó su mamá.
El hombre y sus vecinos no pudieron hacer nada más que sacar la garrafa antes que explotara. Para el colmo, las mangueras con las que le proveen agua al asentamiento no tenían presión. El grupo de obreros que trabaja en las nuevas viviendas intentó ayudar trayendo agua de un tanque de la empresa, pero no fue suficiente. Las llamas no dejaron nada en pie: se quemaron todos los muebles, un televisor, la heladera, la cocina, una computadora, toda la ropa de la familia, los documentos e incluso se desplomó el techo. Cuando llegó Paola se encontró sin casa, a su marido en chinelas y a sus hijos desabrigados.

