Si Verónica Arancibia (28) mató a su expareja y padre de sus tres chicos Juan Ariel Coria (34) dándole a ingerir un insecticida, los pesquisas siguen dos suposiciones: que lo hubiera conseguido eliminando su resistencia sin violencia, induciéndolo con algún engaño. O que lo atacara y lo obligara a tomarse una dosis letal. Pero desde el último domingo en que hallaron el cuerpo en la casa de ella en la Villa Santo Domingo, en Rawson, hasta ayer, las pruebas recolectadas no reforzaron la teoría de la joven como autora de un crimen. Y todo indica que podría declarar como testigo (siempre dijo que él tomó el veneno) y quedar en libertad, dijeron fuentes policiales y judiciales. Así, el caso cerraría como un suicidio.
‘Ella está detenida más que nada por su seguridad, pero hasta ahora las pruebas no alcanzan para imputarle delito alguno’, reveló ayer un alto jefe policial.
¿Cuáles son esas pruebas? Principalmente el cuerpo de Coria que murió intoxicado. En el cadáver detectaron lesiones, pero que parecen corresponder con las de una pelea que Coria mantuvo con otro sujeto en un boliche. También presenta algunos rasguños en el cuello y a la joven le cortaron las uñas para sacar ADN, pero esa prueba podría revelar sólo que pelearon, dijeron.
‘Es difícil que ella lo haya podido dominar. Él, físicamente es bastante más grande que ella. Y los vecinos dijeron que los escucharon discutir instantes antes de que apareciera muerto. Otro dato es que cuando él se va de la seccional, no se lo veía ebrio, estaba conciente y caminaba bien; es más: se fue caminando’, precisó un investigador.
Para la familia Coria no cierra que él se hubiera querido matar. Y también les parece extraño que ella lo llamara el sábado cuando supuestamente ya no quería saber más nada con él: se habían separado meses atrás y él se fue con los tres chicos a vivir en lo de su mamá.
La posible libertad de Arancibia la tomará el juez de Instrucción Pablo Flores (secretaría a cargo de Eduardo Raed), siempre que no aparezcan evidencias que la compliquen.
