Llegar a su casa en el barrio Obrero, Rawson, un domingo después del cierre de su carnicería en Villa Krause, es para Miguel Cichocki y su familia un momento de alto estrés, casi de terror. Porque en los últimos tres años sufrieron tres asaltos a mano armada, con golpes, y en uno de los casos con uno de los ladrones encañonando en la cabeza a su hijo cuando tenía 10 años. Por eso la particular rutina de llegar mirando a todos lados antes de bajar de su vehículo. Por eso el miedo. Ayer a las 14.15 parecían haber sorteado con éxito el terrible momento, pero cuando ya habían bajado y enfilaban a su casa aparecieron dos sujetos en moto (el conductor cubría su rostro con un casco) y el primer cruce de miradas le dejó a Miguel la inconfundible sensación de que otra vez lo atacarían. Cuando el acompañante bajó con un arma, su esposa María Santaella corrió con intenciones de meterse a la casa de un vecino. Miguel intentó seguirla pero en el fondo algo lo hizo temer por su vida y frenó. Ahí vino lo peor, porque a las exigencias del ladrón se sumaron golpes, un forcejeo del comerciante que intentó resistir hasta que quedó agachado y ahí un violento cachazo con el arma (sería una pistola 9mm) lo tumbó al piso y deshizo sus fuerzas. De manera my peligrosa, porque el delincuente se ensañó tanto que le rompió su cabeza (debieron hacerle 7 puntos) y lo dejó al borde de un desmayo.
Fue ahí que su esposa volvió sobre sus pasos y le entregó la mochila con el dinero (en la Policía hablan de unos $8.000 que tenían circunstancialmente), algunos papeles y anotaciones del negocio y sus documentos. Para entonces el furioso ladrón tenía la riñonera de Miguel, aunque en la huida a toda velocidad se le cayó unos metros más adelante, contó el comerciante.
‘Es la cuarta vez que nos asaltan en tres años, pero nunca me pasó algo como ahora, tan violento. La verdad es que estamos cansados de los robos y de esta inseguridad y por eso hemos decidido que ya nunca más andaremos con dinero por la calle’, dijo anoche Cichocki, aún shockeado.

