Fue alguien que sabía, a Luis Gili (61) no le quedan dudas. Porque quien (o quienes) entró lo hizo por el fondo (por el frente suena una alarma); sacó un pico del depósito de herramientas situado en ese lugar; avanzó hasta la zona de las oficinas; destruyó una pequeña ventana para ingresar al edificio y con el pico hizo otro boquete en una pared de durlock de la oficina principal. Una vez adentro, el trabajo fue más sencillo: de un escritorio sacó unos 7.000 pesos para el pago de la quincena de 7 empleados y arrancó de cuajo una caja metálica sujetada a la pared, donde habían unos 2.500 dólares, la plata que Gili tenía ahorrada por si sufría algún percance en su salud o algún otro contratiempo.
Todo pasó en la fábrica de hormigón y premoldeados "Rawson" en Mendoza al 4.430 Sur, en Rawson. El hecho trascendió ayer y el mismo Gili lo confirmó envuelto en impotencia, pero ocurrió el último viernes.
"Fue un error mío dejar ese dinero acá", dijo Gili ayer, mientras se lamentaba y recordaba un hecho igualmente sospechoso que lo llevó a perder unos 2.500 dólares y 2.800 pesos del escritorio de la misma oficina. Ese episodio ocurrió el 11 de octubre de 2007 y todas las sospechas se centraron en el entorno íntimo de Gili, porque la plata estaba en un maletín y se la robaron usando la llave original de su llavero, que había quedado en las oficinas cuando todos arreglaban una máquina en el fondo.
Aquella vez Gili había sufrido dos robos (dos bombas de agua y objetos de iluminación) en una casa que tiene en la zona de El Médano de Oro y el de un motor trifásico, rollos de tela y alambre en su comercio, que en 1975 inició su madre como un corralón.
Ahora, no sabe qué hacer: "La verdad son tantos cachetazos, tantos moretones que duelen mucho. Lo único que hace uno es trabajar, encima en la policía nunca me dieron una respuesta. Es una impotencia muy grande, pero lo que más me preocupa es qué hacer de aquí para adelante, ahora estoy pensando si lo mejor es cerrar", aseguró el comerciante, al borde de las lágrimas.

