La intención de Fiscalía y Querella de probar que Claudia Moya (24) es una persona violenta que pudo herir a propósito y no por accidente con un cuchillo a su marido Alfredo Turcumán (28) la noche del 13 de junio del año pasado (con esa herida le causó la muerte el 22 de ese mes) cosechó ayer un revés. El tribunal de la Sala III de la Cámara Penal rechazó incorporar como prueba otra causa, en la que Moya fue procesada por un juez Correccional sospechada de cometer el delito de amenazas y lesiones contra otra interna, que había caído en un megaoperativo por drogas: Gabriela Cantoni, dijeron fuentes judiciales.
De todos modos, los acusadores no se fueron ayer con las manos vacías. Un compañero de trabajo de Turcumán en una carpintería, Alfredo Lara, confirmó ayer que sí le dijo a su patrón que esa vez cuando Turcumán fue internado, no se había autolesionado arreglando una puerta pues estaba convencido de que lo había atacado su esposa.
Y aludió a las situaciones que lo llevaron a pensar de ese modo, pues aseguró que con frecuencia lo veía rasguñado, con cortes y moretones. Y se topaba con la negativa del joven a separarse, ya que -precisó- Moya amenazaba con matarle a su hija con otra pareja y otros familiares, o meterse un cuchillo en el abdomen para terminar con los días de la bebé de ambos.
Según Lara, Turcumán era una persona buena, "no impulsiva", pero este testimonio fue recibido con cierta reticencia por la defensa de la joven.
El testimonio de Lara fue la última prueba que se incorporó en el debate, que por decisión del tribunal pasará a una instancia más definitiva: los alegatos de las partes, previstos para el próximo miércoles a la mañana.