Desgarrador. Martha Ochoa llora mientras mira la única foto que tenía junto a su pareja fallecida. Dice no entender lo que le pasó.

 

En la tarde del 20 de febrero último ingresó inconsciente al Hospital Rawson, nunca despertó y 6 días después murió. Se llamaba Gustavo Daniel Campo Castro, tenía 34 años y trabajaba como obrero rural en unas chacras del Médano de Oro, en Rawson. ¿Qué le pasó? Aquel día apareció tirado a un costado de su moto y en la Policía creen que se cayó del rodado y no hubo otro vehículo implicado. Sin embargo, Martha Ochoa (59), pareja de la víctima, pidió ayer que investiguen un posible homicidio. "Quiero que investiguen quién mató a mi marido, qué le pasó, si alguien le pegó. La Policía nos dice que se ha caído de la moto, pero a mí los médicos del hospital me dijeron que los golpes que tenía no eran de un accidente, que eran de una golpiza", afirmó ayer entre lágrimas.

Campo Castro fue hallado sobre las 17 de aquel día, en inmediaciones de calle 11 y Punta del Monte, en Médano de Oro. Tenía gravísimas lesiones, como una fractura en el cráneo y los pulmones muy dañados. Muy cerca del cuerpo estaba la Honda 110cc que su patrón ese mismo día le había dado para que pudiera ir y volver a su casa de 9 de Julio, ubicada en Paraguay y Ruta 183, donde vivía con Ochoa y una hija de ella. Aparentemente no llevaba casco y en la Fuerza tardaron en identificarlo, pues no llevaba su documento encima. "En la mañana salió en la bici para ir a trabajar y en la tarde vino su patrón a decirme que lo fuera a reconocer al hospital. Él siempre se volvía en la bicicleta o si se le hacía tarde lo traía el patrón, pero le había pedido una moto y ese día se la acababa de dar. Es increíble, qué casualidad que le entregan una moto y le pasa lo que le pasa", se lamentó.

Sin chances. Gustavo Daniel Campo Castro fue hallado tirado al lado de su moto . En la Policía creen que se cayó del vehículo y que no hubo otro implicado.

 

Ochoa conoció a Campo Castro en un basural cuando él tenía 18 años. "Vivía en un rancho y yo lo traje para mi casa. Éramos muy unidos, él muy guapo, muy honesto, no era malo con nadie, no tenía enemigos, nunca tuvo problemas con nadie. Sólo se dedicaba a trabajar, venía en las noches, se ponía a ver tele, tomábamos unos mates y al otro día tempranito se iba de nuevo al trabajo. Con los años que hemos pasado juntos… ¿cómo no lo voy a extrañar? ¿Qué me le hicieron?", repetía mientras miraba al cielo, ya con la cara empapada en lágrimas.