Francisco Manrique (60) es portero en un edificio, pero el martes a la tarde decidió no ir a trabajar. Algo como un presentimiento lo inmovilizó en esa casa del barrio Capitán Lazo, Rawson, que alquila desde el 1 de febrero pasado para vivir con tres de sus hijas y sus nietos. No supo explicar esa extraña sensación ("como si Dios dijera quedate, no te vas", rememoró ayer) hasta después de atravesar uno de los hechos más dramáticos y violentos de su vida, el que lo llevó a ser testigo de cómo uno de sus yernos, el gendarme salteño Mario Juárez (27) le daba dos tiros en el abdomen a su hija Victoria (29). Y protagonista también, porque esa escena de terror lo llevó sin dudar a forcejear con Juárez, quitarle el arma y pasársela a otro yerno, que la tiró al techo de un baño. Su arriesgada actitud sirvió para rescatar a sus nietas y a su hija de esa pesadilla, que sin embargo terminaría con una vida: la del propio atacante. Al ver que le arrojaban su arma al techo del baño, se subió a recuperarla y ahí se quedó para despedirse de todos por teléfono. Para resistir los pedidos de policías y un juez de desistir de autoagredirse, hasta que se mató de un tiro en el pecho.
Ayer, Francisco estaba convencido de que si no se quedaba en la casa, el baño de sangre hubiera sido mucho peor. "Quería matar a Victoria y a la nenas, si no estaba yo las hubiera matado a todas", dijo, con su voz quebrada por el llanto.
"Yo le quité el arma porque esto iba ser una tragedia. Estaba en la casa y sentí los tiros y cuando entré a la pieza estaba mi hija tirada en el piso. Nos pusimos a forcejear porque le quería quitar el arma. Él me decía que lo dejara… pero yo hice fuerza y se la quité y se la di al novio de mi hija Estéfani y la tiró al techo", recordó ayer.
Victoria y Juárez se habían conocido cuando él fue destinado a San Juan para hacer un curso. Entonces entablaron una relación sentimental de la que nacieron dos mellizas hoy de 6 años y otra nena, de 2. Pero el vínculo se fue desgastando, aunque Francisco no notó los síntomas.
"Nunca tuvimos problemas, él siempre se portó muy bien conmigo. Venía acá desde Mendoza (estaba destinado en Uspallata), pasaba el día y después se iba en colectivo. A mí no me gusta meterme en la vida de mis hijas y nunca me enteré si era violento o no, yo no les preguntaba. Además, mi hija es muy reservada", aseguró.
De todos modos, las hermanas de Victoria y una hermana de Juárez, cruzaron dardos. Desde el entorno de la joven lo trataron de celoso, posesivo y violento. Pero la hermana del fallecido aseguró que ella era la "controladora y celosa".
Un dato extra: ayer, Francisco Manrique dijo que otros gendarmes le comentaron que Juárez estaba con tratamiento psiquiátrico, pero la versión no pudo ser confirmada. El motivo de la brutal reacción del fallecido podrá explicarlo Victoria, que ayer se recuperaba favorablemente.