Un agente penitenciario fue procesado por la muerte Gisela Bazán, ocurrida en octubre del 2010 en el Lote Hogar 43, Chimbas. Se trata del guardiacárcel que manipulaba su pistola reglamentaria y, supuestamente, se le escapó un tiro que fue a dar en el pecho de esa jovencita de 15 años que falleció en el acto. La juez del Quinto Juzgado de Instrucción acusó al guardia del delito de homicidio simple con dolo eventual y con esto también dispuso que continúe preso. La resolución judicial todavía no está firme.

La juez María Inés Rosselot entendió que no se trató de un simple accidente y tampoco un asesinato de forma deliberada. Más bien, llegó a la conclusión que el agente penitenciario Andrés Leoncio Trigo Noriega (35) mató sin intención, pero sabiendo que su actitud temeraria al manejar la pistola podía tener un resultado fatal, se mostró indiferente al peligro y terminó así causando de la muerte a la jovencita.

Según la causa, quedó demostrado que el 4 de octubre del 2010 alrededor de las 17 Gisela Bazán fue visitar a la familia (vivía al lado) Trigo en una casa del Lote Hogar 43, Chimbas. La jovencita tomaba mates con la madre de Trigo en un dormitorio, cuando éste entró a sacar su pistola Ballester Molina 11.25 para irse a trabajar al Servicio Penitenciario. Hacía un año que había entrado a trabajar en esa institución. De acuerdo al expediente, Trigo puso el cargador del arma y frente a la menor, supuestamente accionó la corredera y jaló del gatillo, provocando el disparo que impactó debajo de la mama derecha de la jovencita. El tiro fue mortal. Esa tarde, Trigo fue llevado preso y su familia debió abandonar la vivienda cuando los vecinos rompieron todo e intentaron tomar venganza por mano propia.

En base a las pruebas recolectadas, la juez María Inés Rosselot resolvió procesar a Andrés Leoncio Trigo Noriega por homicidio simple con dolo eventual. Esto porque, siendo penitenciario y teniendo conocimiento sobre armas, manipuló su pistola de forma incorrecta. Sabía que el arma estaba apta para el disparo y aún así continuó con su accionar, indicaron fuentes judiciales. Para la magistrada se dieron tres circunstancias: era previsible que podía haber una muerte, el propio acusado debió representarse la idea de ese desenlace fatal y aún así actuó de manera indiferente. El delito del que lo acusan podría costarle más de 8 años de cárcel.