Un sujeto de 47 años fue procesado con prisión preventiva por la jueza en lo Correccional Carolina Parra, quien consideró probado que durante 2016 golpeó, incluso con un palo y un casco, y tajeó con un cuchillo a su pareja, madre de 6 chicos (no son hijos del sospechoso) y con un 90 por ciento de discapacidad física y mental.
Y también porque en una de esas ocasiones amenazó a la madre de la víctima con quemarle la casa, dijeron fuentes judiciales.
A Elio Marcelo Trigo (alias ‘Chelo’) le atribuyen delitos que son excarcelables: dos hechos de lesiones leves agravadas por el vínculo contra su pareja y amenazas simples en perjuicio de la madre de esa joven.
Pero la magistrada lo dejó preso porque consideró que puede eludir la acción de la Justicia, y también para proteger a la víctima y a su familia, indicaron los voceros.
El primer hecho que le atribuyen al sospechoso ocurrió en la mañana del 26 de marzo de 2016. Ese día llegó a la casa de la madre de la mujer con la que llevaba 6 años de violenta convivencia y le dijo: ‘Ahí anda su hija toda cortajeada pero la próxima la vamos a traer en un cajón y a usted le vamos a quemar la casa‘.
Entonces la mujer se enteró que su hija había sido atacada con un palo de escoba y había sufrido cortes con un cuchillo en la casa que habitaba con Trigo en Santa Lucía. Y que la madre del sospechoso había decidido llamar a la Policía para evitar los agresivos embates.
Enterado de tal situación, Trigo se fugó y no pudo ser capturado.
Cuatro meses después, la joven volvió a ser novedad en la Policía por un nuevo ataque de su pareja: el 10 de julio del año pasado, un familiar de la madre de la víctima le avisó que Trigo la estaba golpeando con un casco de moto y también a patadas en plena calle en Santa Lucía.
Al ser detenido, Trigo negó cualquier vinculación con los agresivos ataques que le atribuían.
Sin embargo al ser analizado por expertos en psicología, las conclusiones sobre su personalidad no lo favorecieron: ‘Marcada impulsividad, escaso sentimiento de culpa, fantasías agresivas y escasa posibilidades de autocontrol en situaciones de tensión emocional’, fueron los rasgos más claros para que la juez considerara que era capaz de cometer los delitos que le atribuyó.