En la casa ella y él andaban en ropa interior o directamente desnudos. Ella les decía a sus hijas (por entonces de 13 y 11 años) que era para estar más cómodos, incluso las alentaba a imitar esos comportamientos. También se enojaba cuando él andaba en bata y les exhibía sus genitales, asegurándoles que era un chiste. Las conductas abusivas fueron subiendo de nivel a un punto que las niñas no toleraron, pues su madre permitía que su pareja las manoseara, les sacara fotografías desnudas cuando se duchaban o en la cama. Y lo peor, las obligaba a ver cuando ambos tenían relaciones sexuales.
El caso había sido denunciado por el padre biológico de las niñas el 5 de noviembre de 2011. Y dos años después, el 12 de diciembre de 2013, ese sujeto, el topógrafo Carlos Eduardo Olivera (60) fue condenado a 12 años de cárcel en la Sala II de la Cámara Penal, por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores.
La madre de las niñas no llegó a juicio porque se fugó, su captura fue ordenada el 14 de mayo de 2012. Ocho años después, en diciembre de 2019 cayó y, luego de la investigación, el juez de Instrucción Guillermo Adárvez consideró probado que aquella vez entregó a sus hijas y colaboró para que se perpetraran aberrantes delitos sexuales contra las menores, informaron fuentes judiciales.
Por eso le dictó prisión preventiva y ordenó embargar sus bienes por $200.000, precisaron. La mujer tiene 46 años, es auxiliar terapéutica y no se la menciona para preservar a sus hijas.
Había sido la mayor de las niñas la que reveló a su papá lo que les hacía Olivera con la complicidad de su madre, el 4 de noviembre de 2011. Días atrás la mujer se las había dejado a su cuidado para ir a Mendoza, y cuando volvió las niñas no quisieron volver con ella.
Entonces se supo que las maniobras sexuales contra las niñas ocurrían por lo menos desde junio de 2010. Y que la mujer dejaba solas a las niñas con Olivera para facilitar los ataques sexuales, según la investigación. Ahora, enfila hacia un juicio.