Cuando el volumen de la música superaba largamente las fronteras de esa modesta casa, había descontrol. Puertas afuera, los vecinos de esa tranquila zona de 9 de Julio lo suponían por la entrada y salida de gente sin distinción de edades hasta muy avanzada la madrugada, y el estado lamentable en el que terminaba más de uno. Puertas adentro, la situación iba más allá de la imaginación de esos vecinos: alcohol, pegamento y porros condimentaban esas reuniones en las que era habitual ver videos pornográficos o sexo en vivo entre los participantes, sobre todo entre la dueña de casa y su ‘novio’. Esa mujer solía ser la principal animadora con desnudos y bailes eróticos, que terminaban en exhibiciones sexuales delante de todos.
Hasta ahí, nada que se le pueda reprochar a alguien que organiza una fiesta privada en su casa. Lo grave de esos encuentros era que se realizaban delante de varios niños: para empezar, los tres hijos de la dueña de casa, una nena de 8 años y sus hermanitos de 5 y 4 años. También dos hermanos de 14 y 9 años y el ‘novio’ de esa mujer, un chico de 16 años.
Tal era la depravación, que en una de esas noches la hija de esa joven terminó siendo besada y manoseada por uno de los jóvenes concurrentes. Lo peor para esa nena llegó cuando le avisó lo que le hizo ese sujeto, Angel Exequiel ‘Peluche’ Molina, y su mamá la insultó y le dijo que eran mentiras.
Esa situación pareció la gota que rebalsó el vaso en la nena, quien empezó a mostrar un decaimiento notable. Lo detectó en el acto su abuela paterna (el padre de los niños murió en un accidente), un día que la fue a buscar a la salida del colegio para llevarla a pasar el fin de semana.
Cuando la interrogó, conoció una verdad que por poco no la tumbó de espaldas: ‘te voy a decir algo pero no le digas a mi mamá porque si no me va a hacer c… y me va a encerrar en la pieza sin comida ni agua’, advirtió la niña. Y a renglón seguido se despachó con los estremecedores detalles de lo que sufría ella y sus hermanitos los fines de semana.
Enseguida hubo denuncia contra la organizadora de esas fiestas y ahí llegaría otra sorpresa: el médico legista le informó que su nieta ya no era virgen.
El 5 de septiembre de 2013, N.E.R. (24 años, no identificada para preservar a sus hijos) fue detenida. Para entonces no sólo pesaba en su contra la denuncia de su exsuegra, sino también la de la madre de su adolescente ‘novio’.
Después la complicarían otras pruebas: como las encuestas con pésimo concepto entre sus vecinos (le decían ‘la gorda ligera’), los testimonios del padre de los dos hermanitos que la visitaban y el informe psicológico de esos niños, sobre todo el de su hija.
Por todo eso fue que el juez Alberto Benito Ortiz, subrogante en el Quinto Juzgado de Instrucción, resolvió procesar con prisión preventiva a esa joven, porque entendió que corrompió sexualmente a sus propios hijos y también a los otros menores. El magistrado también procesó, sin prisión preventiva, a ‘Peluche’ Molina, por considerar que las pruebas sólo alcanzaron para demostrar que manoseó a la nena, informaron fuentes judiciales.

