Complicado quedó Martín Exequiel Ramírez. El juez lo procesó por intentar matar a golpes a su propio hijo. En un ataque, le reventó la vejiga.

Martín Exequiel Ramírez (24) nunca creyó que Milo era su hijo. Se lo decía con frecuencia a la madre desde que quedó embarazada. Y tan insistente se puso con ese tema, que en un momento la joven cortó la relación y no quiso decirle nada cuando la criatura nació. Pero la relación se recompuso y aunque Ramírez no reconoció con su apellido a su hijo, en el fondo pareció seguir con la idea fija. Y esa parece ahora la razón de porqué atacó al niño, ya de 3 años, las veces que su mamá se lo dejó a su cuidado para ir a trabajar en los poco más de tres meses que convivieron en Rawson. Tan graves resultaron esos ataques con golpes de puño y puntapies, que el 5 de mayo pasado el nene quedó al borde de morir porque le reventaron la vejiga y si no hubiera sido por su mamá (Ramírez se mostró reticente) que insistió en llevarlo al médico, hubiera muerto pues además de esa grave lesión también sufrió un paro cardíaco.

Así resultaron los hechos para el juez de Instrucción Martín Heredia Zaldo, quien luego de encarar una detallada investigación concluyó que Ramírez aquel día quiso matar a su hijo. Ayer lo procesó con prisión preventiva por ese delito agravado por el vínculo y le trabó un embargo en sus bienes por $100.000, dijeron fuentes judiciales.

El juez creyó probado ese delito por varias evidencias, como el relato del niño a su madrina, a quien le dijo que no quería quedarse con su papá porque le pegaba piñas y patadas. También le contó que otra vez lo tomó de la cabeza y lo presionó contra una almohada para asfixiarlo. Y que quiso arrojarlo de una moto.

El relato del pequeño en Cámara Gesell. El testimonio de la madre del nene en el que dio cuenta de que a ella también le había dado una trompada justo un año antes cuando discutieron porque no pasó a buscarla para que fueran a un cumpleaños. El relato de los vecinos que escuchaban continuas discusiones de la pareja y uno de ellos aseguró que, siempre, todo terminaba con un golpe.
Y básicamente la mentira que Ramírez ensayó con su mujer y los policías lo entrevistaron y detuvieron en el hospital Rawson, sobre la causa probable de la grave lesión: les dijo que cayó de la bicicleta de una vecinita.

A los policías les dijo además que los moretones en el cuerpo, era por el juego brusco con sus primos.
La mentira quedó en evidencia cuando los padres de la nena dueña de la bicicleta, dijeron que no jugaron ese día.
El fallo no está firme.