Grabiela Molina (35 años, peluquera) su hija Gema (19, embarazada) y una amiga conversaban sentadas alrededor de la mesa mientras esperaban el asado que la dueña de casa hacía en su cocina. Habían pasado unos minutos de las 13 de ayer cuando ese trámite de rutina se convirtió en un gran problema. Según la pareja de la mujer, Edgardo Ahumada, la grasa de los chorizos y el resto de la carne desbordaron la asadera, ardieron al contacto con el calor y las llamas de la hornalla, y no pararon hasta destruir la casa, por completo. En medio, Gabriela sufrió quemaduras en su rostro y en su antebrazo derecho, porque en su empeño por querer apagarlas recibió parte del fogonazo que generó la destrucción de la manguera de la garrafa. Luego de las curaciones de rigor, Gabriela (hipertensa, insulino dependiente) pudo volver a su casa: "Por suerte las heridas no son tan graves", contó ayer ahumada.
El desgraciado episodio ocurrió en la casa 7 manzana C del barrio Diserco, en Santa Lucía, detrás de la bodega Mostomat. Allí viven desde hace 6 años Gabriela, Edgardo y sus hijas, una de las cuales tiene un bebé y no estaba en la vivienda en el momento del siniestro, igual que el jefe de hogar.
"Mi mamá y los vecinos echaban arena y agua pero no se apagaba, hasta que explotó y ahí ella se quemó… salió en llamas para el fondo y no sé quien la apagó… perdimos todo", decía ayer Gema, mientras lamentaba también la pérdida de las ropitas para su primer bebé.
Una heladera, una PC, el equipo de peluquería de Gabriela, dos mesas, 12 sillas, camas, la ropa de la familia. Todo sucumbió a esas llamas que sólo los bomberos pudieron controlar.

