Apenas Facundo Guzmán (34) vio a dos hombres parados en la puerta principal de su negocio de computación, no dudó en presionar el portero eléctrico y les abrió, pensando que eran unos clientes más. Los sujetos entraron tranquilos pero cuando pasaron el umbral, a las 19.30 de ayer, uno de ellos sacó un revólver y lo encañonó. En ese momento, el comerciante priorizó su seguridad y sin dejar que los delincuentes le ordenaran nada, el muchacho se paró de su escritorio y los tranquilizó: "quédense tranquilos, no me hagan nada, ahí tienen el local", aseguró Guzmán, que luego enfiló hacia el baño del negocio, donde se arrodilló y se autoencerró. Aunque esa pasividad duraría poco, porque cuando el golpe terminó, Guzmán y un cliente atacaron a los ladrones en la calle, y luego de un peligroso cruce de trompadas y cachazos, los delincuentes huyeron, pero sin un arma ni la moto en la que habían llegado.
Fue el primer asalto en 5 años que sufrió Guzmán desde que abrió "Oeste Computación" en Libertador 4535 Oeste, en el barrio San Raúl, Rivadavia. Y el quinto ataque en poco más de un mes a casas de computación (Ver Un blanco…).
Ayer, los ladrones comenzaron a revisar el comercio y cargaron lo que pudieron: cuatro notebooks, dos cámaras digitales, un GPS y los 4.200 pesos que tenía escondidos para pagar un cargamento con mercadería, aseguró el comerciante. Hasta ahí el golpe parecía salir redondo, pero en eso apareció un cliente. Con mucha frialdad, los ladrones simularon ser empleados y le abrieron al hombre. Cuando lo tuvieron a tiro, lo golpearon y lo llevaron al baño.
Ahí todo se descontroló. Entre golpes y cachazos en la cabeza, le quitaron el celular al dueño y también algunas cosas a la otra víctima. Después, encararon hacia la calle donde estaba una moto Zanella 150cc. en la que pensaban escapar. Pensaban, porque las víctimas tomaron una peligrosa decisión y salieron a enfrentarlos. Guzmán y el cliente no dudaron en agarrar por detrás a los malvivientes y los tiraron del rodado. En la trifulca uno de los sujetos perdió el arma, un revólver calibre 38 con 3 cartuchos. La moto quedó a un costado de la vereda junto con dos cascos y un chaleco refractario. En el otro costado, ladrones y víctimas peleaban en el piso ante la mirada atónita de transeúntes y automovilistas que pasaban lentamente al ver la escena. En eso, uno de los ladrones logró escapar con dos PC portátiles, las cámaras y el dinero. Mientras que su cómplice fue retenido unos minutos, pero escapó.
"Yo no laburo para estos hijos de pu.. por eso actué así. No sé si lo volvería hacer, pero te da bronca ver cómo la gente pasaba y miraba como bolu… por eso estamos así, por la poca solidaridad de la gente", aseguró indignado Guzmán.

