"Yo no fui". La acusada de cometer aberrantes delitos contra sus propios hijos culpó a uno de los chicos como autor de las violaciones. Pero las pruebas le juegan en contra.

 

"Perversa, degenerada, depravada (..) alguien que no merece ser llamada madre". Esos calificativos remarcó ayer la fiscal Leticia Ferrón de Rago ante la imputada, de 38 años, mirándola fijamente a los ojos. Lo enfatizó en sus alegatos, al cabo de los cuales pidió al juez Juan Carlos Peluc Noguera (Sala II, Cámara Penal) que condenara a esa mujer a 30 años de cárcel por los aberrantes delitos sexuales (abusos sexuales con acceso carnal y corrupción de menores) cometidos contra sus propios hijos. Al momento de la denuncia, en mayo del año pasado, los niños tenían 15 años (el mayor, con un marcado retraso mental), otro varón de 14 años y una nena de 12 años. "Son tres muertos en vida", describió la fiscal. "Recibieron un disparo en sus psiquis que los hirió de por vida", dijo a su turno la Asesora de la Niñez, Patricia Sirera, luego de adherir al pedido de Fiscalía.

La absolución fue la solicitud de la defensora María Noriega, porque a su entender, no se probó que su clienta haya sido autora de los tremendos abusos sexuales sufridos por los niños.

Y es que en el caso llegaron a circular los relatos de las más horribles situaciones. Así, se dijo que los varones tenían sexo con su madre y que la mujer los obligaba a tener relaciones entre ellos. Y que incluso los obligaba a ver cuando ella tenía sexo con un perro y con otros hombres.

Hoy, el juez escuchará a la acusada y dará a conocer su sentencia

Esos otros hombres también fueron parte de la investigación, pues al menos uno de los chicos relató que su madre los llevaba a un vecino para que los abusara y que luego ella cobraba. En la causa, llegó a estar preso un anciano pero no fue reconocido por los niños y fue desligado. Tampoco pudo saberse quién más pudo abusar de los chicos.

En concreto, en el expediente quedó claro que tanto el mayor de los chicos como su hermanita habían sido violados, no así el segundo hermano. Es más, el mayor de los chicos había sufrido, además, una enfermedad de transmisión sexual.

Fue precisamente por este chico que se descubrió todo. El 22 de mayo del año pasado, el niño se defecó encima en la escuela especial a la que concurre y fue en la misión de limpiarlo y ayudarlo a cambiarse de ropa, que descubrieron verrugas en su cola. La conclusión de los médicos fue contundente: sufría una enfermedad que sólo se adquiere por contacto sexual.

Al ampliar la investigación se supo que todos los chicos estaban en riesgo y fueron a parar con una familiar. Y a esa pariente los niños le contaron las aberrantes situaciones que atravesaban con su madre en su casa de Capital.

El 14 de septiembre, la madre de los niños fue detenida. Y en su descargo culpó a la familiar de los niños y a su hijo del medio (lo mismo hizo en el juicio) como autor de los ultrajes. Pero las pericias psicológicas en los menores revelaron que no mentían y la complicaron.

Hoy, la acusada tendrá la posibilidad de decir sus últimas palabras en el juicio y luego el magistrado dará a conocer su sentencia.