Molina confesó dos veces que mató a Yamila Pérez. Al tener 70 años, puede acceder a una prisión domiciliaria.

 

El juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) condenó finalmente al pensionado Evaristo Molina (70) a prisión perpetua por el homicidio doblemente agravado (por alevosía y violencia de género) de su vecina Yamila Pérez, la joven de 25 años y madre de 4 hijos a la que liquidó de 8 puntazos y mutiló arrancándole el rostro y ambos brazos (nunca aparecieron) cuando amenazó con delatarlo por segunda vez ante su mujer, si no le daba plata para drogas. Es que además de ejercer la prostitución, la joven era adicta.

Molina vivía en el barrio Costa Canal I; Yamila a unos metros, en el barrio Cabot, en Concepción, Capital. Por eso conocía de niña a esa chica con la que comenzó a tener sexo a cambio de garrafas, pues él trabajaba en una empresa de ese rubro.

Después los contactos siguieron pero en una ocasión la relación se complicó, porque Yamila fue hasta la casa de Molina y le avisó a su mujer lo que pasaba entre ambos. Consecuencia: Molina fue echado. El hombre pudo recomponer su relación familiar, pero cuando la joven amenazó otra vez con delatarlo, decidió liquidarla. La madrugada del 16 de junio del año pasado, la cargó en su auto con la excusa de un enésimo encuentro sexual, pero cuando la joven bajó la ultimó a cuchillazos. Supieron que él era el asesino por una receta del oculista a su nombre. Un ADN terminó por hundirlo. Por eso decidió evitar el juicio común y pactó un proceso abreviado con su defensor Faustino Gélvez y el fiscal José Eduardo Mallea. En ese acuerdo se mostró dispuesto a recibir la misma pena que le aplicaron.