Fernando Farré, 54 años, empresario exitoso, acostumbrado a codearse con famosos internacionales. Alguien también que puertas adentro de su casa, en su intimidad, no toleraba a su propia esposa Claudia Schaefer. Al punto que el 21 de agosto de 2015 en su casa del country Martindale de Pilar, la degolló y le dio muerte de 66 cuchillazos. Cayó preso ese mismo día y ayer, un jurado integrado por personas comunes, lo halló culpable de un homicidio agravado por el vínculo y por violencia de género (femicidio), tal como entendió la fiscalía. Y por eso un tribunal le aplicó la pena máxima, perpetua, más otras medidas accesorias pedidas por el abogado de la víctima, como ser privado de la patria potestad de sus tres hijos y la administración de sus bienes mientras dure la condena.
El fallo representó un revés para la defensa de Farré, que había apostado sus fichas a un supuesto desorden mental de su cliente (la emoción violenta) el día que mató, con la intención de que el jurado lo declare inimputable o, en todo caso, atenúe el castigo en su contra.
Como ese objetivo no fue logrado, ayer anticiparon que pedirán la revisión del fallo ante un tribunal superior, pues consideraron que el jurado pudo ser influenciado y, por lo tanto, no actuó con imparcialidad.
El caso generó un revuelo mediático y judicial, expectantes por la actuación del jurado. Tal fue el interés, que hubo representantes de la Dirección de Comunicación y Prensa de la Suprema Corte de Justicia bonaerense.
Ayer, la hermana de la víctima, Sandra, comentó al terminar la audiencia que el fallo le trajo ‘mucha paz‘, ‘sensación de alivio‘ y ‘justicia‘.