Se llama Rolando Bernardino Ochoa, mide casi 2 metros, le dicen "Patón". Y ya con 63 años, problemas de presión arterial, diabetes y 7 condenas a sus espaldas por el "arte" que más cultivó en sus años de existencia, estafar, no renuncia a su intención de sacar beneficio de los incautos, engañándolos. Esta vez la jueza del Segundo Juzgado de Instrucción, Mabel Moya, ordenó investigar y recolectó evidencia suficiente que lo complica en otros tres fraudes con la venta de cuatro autos a tres "confiados" finqueros y hombres de trabajo de la zona rural de La Cañada, en Sarmiento. Y lo procesó con prisión preventiva, además de trabarle un embargo de 900.000 pesos, informaron fuentes judiciales.
Una de sus víctimas, había pretendido comprarle un auto con el "baúl grande" para poder cargar la silla de ruedas de su hijo discapacitado, según consta en el expediente.
En su amplio historial, el "Patón" registra 3 fraudes a gitanos y otro a un primo policía.
Ochoa volvió a la cárcel el 21 de agosto del año pasado (estaba con salidas pues cumplía una condena unificada) cuando Gustavo Delgado fue a realizar la Revisión Técnica Obligatoria (RTO) de la Ford Ranger modelo 2005 que Ochoa le entregó a cambio de la Fiat Fiorino que le había vendido en 2019 y que le recibió como parte del nuevo trato. Delgado tuvo que poner otros $50.000 y $15.000 para gastos de transferencia.
Pero aquel día en el taller de la RTO le dijeron que su tarjeta verde tenía problemas. Y cuando fue a averiguar a la Policía quedó demorado, con "su camioneta" secuestrada, porque un juez mendocino había ordenado secuestrarla el 7 de septiembre de 2020, pues había sido hurtada.
Delgado quedó libre porque demostró ser comprador de buena. Y resultó perjudicado por partida doble, porque aquella vez les preguntó a los policías por el estado de otro auto que le había comprado al "Patón", un Ford Focus, por el que había entregado $200.000 y pagaba cuotas para cancelar otros $150.000. Ese auto, también era buscado en Mendoza desde el 31 de julio de 2019, porque fue parte del botín de un robo agravado.
El mismo Delgado guió a los policías hasta los domicilios de Santa Lucía donde podía encontrarse Ochoa, a quien había conocido por medio de una hermana suya a la que este sujeto le había vendido una camioneta con la que no tuvo problemas. Y luego un auto, que la mujer perdió porque le saltó un pedido de secuestro.
Hasta el momento en que le quitaron los dos vehículos, Delgado consideraba "una buena persona" a Ochoa y por eso no dudó en recomendárselo a un vecino, Jorge Raúl Lucero quien, a su vez, sirvió de conexión para que su hermano Rubén Daniel lo conociera y entablara tratos con el ahora procesado.
Según la magistrada, a los hermanos los estafó con el mismo cuento: les recibió dinero y al menos un auto, como parte de pago de los que ellos querían comprar y que no les entregó con la excusa de que los tenía en un taller arreglándoles detalles para dárselos en condiciones. A cambio, les dio vehículos robados en Mendoza para que se movilizarán hasta que estuvieran listos esos "arreglos".
Rubén Daniel Lucero contó que esa vez había vendido una Peugeot Partner para cancelar una deuda con un banco. Y que le entregó a Ochoa los $300.000 que le quedaron de esa venta, a cambio de un Renault Symbol que le interesó por el amplio baúl para la silla de ruedas de su hijo. Mientras esperaba los supuestos arreglos de ese auto, Ochoa le entregó una Toyota Hilux robada.
Previamente, Ochoa había conseguido sacarle a Jorge Raúl Lucero una Ford EcoSport y $35.000 para deuda de la patente que tenía. A cambio le entregó una Toyota Hilux que perdía líquido hidráulico, situación que el "Patón" resolvió llevándosela y dándole una Nissan Pathfinder (también robada) hasta que estuvieran los arreglos de la Ranger que Lucero nunca obtuvo, demorada en el taller "porque el mecánico tenía Covid".
En su defensa, Ochoa negó conocer a los denunciantes y también dedicarse a la compra venta de autos. Dijo que solo se dedicaba a vender mercadería en comercios. Pero las víctimas lo reconocieron en rueda de presos y, además, resultó que los mensajes y audios que tenían con el renombrado estafador habían sido concretados a un teléfono que la empresa telefónica tenía registrado a nombre del "Patón".
Complicado y otra vez preso, Ochoa enfila a otro juicio por fraudes.