Ir al Banco Nación sacar el dinero, cobrar la jubilación, volver a las oficinas de la empresa para la que trabaja a dejar el dinero. En teoría, un trámite. Pero el final de esa rutina terminó ayer en una pesadilla para un hombre de 76 años, porque cuando bajó de su auto para ingresar a la sede de la firma, en Trinidad, Capital, fue sorprendido desde atrás por un sujeto que forcejeó con él hasta sacarle el hombro derecho donde tenía el maletín con unos 11.000 pesos, además de tumbarlo al piso y huir a toda velocidad en la moto donde lo esperaba un cómplice.

Según fuentes policiales y de la firma "Agrinsa", la ferretería agroindustrial que opera en la provincia desde 1980, así sucedieron los hechos que dejaron a la víctima, Francisco Ibáñez, con luxación de hombro y otras lesiones a causa de la violenta caída contra el piso. Ibáñez había sido contratado por la empresa por su experiencia en temas bancarios, según explicó ayer José González, encargado de esa firma con sede en Avenida Rawson 890 Sur, en el cruce con Belgrano, Capital.

Lo llamativo para los investigadores es que el nuevo golpe de los motochorros tuvo como víctima otra vez a un cliente de la sucursal local del banco Nación (Ver 13 de 20 víctimas), apostada en Avenida Rioja, entre Ignacio de la Rosa y Rivadavia, pleno microcentro.

"No podemos descartar para nada que hubiera un entregador, pero tampoco otras hipótesis, como que hubieran elegido a este hombre al voleo. Pero lo que revelan las primeras investigaciones es que aparentemente a este hombre lo siguieron desde que sacó el dinero hasta tener la posibilidad de atacarlo en un lugar donde pudieran escapar con cierta tranquilidad", dijo un jefe policial ligado a la investigación.

Según la policía, Ibáñez salió del banco alrededor de las 12.30, y cuando lo atacaron, alrededor de las 13.30 de ayer, cargaba en un maletín unos 10.000 pesos que había extraído del Nación para el pago de proveedores y otros 1.000 de su jubilación. Ibáñez había estacionado en Avenida Rawson porque el lugar para estacionar en la firma estaba ocupado por clientes; ese estacionamiento obligado en la calle representó una oportunidad inmejorable para los delincuentes.