El detalle que llevó a hallar la conexión sobre los responsables del ataque, saltó a la vista enseguida: en los 6 casos de micros dañados en la parte trasera con pintura y las leyendas “Nico”, “Tuta”, “Nano” y “Nahuel”, siempre apareció un menor entreteniendo al chofer. La modalidad fue un calco: un chico de unos 12 años esperaba a que todos subieran, se montaba al estribo y preguntaba si por casualidad había quedado en el vehículo la credencial de su hermana. Mientras recibía una respuesta similar (“acá no, preguntale a otro chofer o a la portería”) soltaba risas que a los conductores les parecían incoherentes, hasta que descubrían la pintura.
Todo pasó en la tarde del lunes en unidades de la línea 33 (por calle Salta) de la empresa Albardón, en las paradas del barrio Santo Domingo y la Villa Morrone, en Chimbas.
El vandalismo causó gran molestia en la empresa, donde lo agregaron como una novedad a la dañina lista de ataques que sufren en Chimbas, principalmente en los barrios Parque Industrial, San Francisco, Siete Conjuntos, La Amistad, Las Calandrias, Lebenshon, Cabot. También las Villas Unión y Mariano Moreno, y la zona de la conocida “Cueva del Chanco”.
Ese listado de daños, va desde los rayones con marcador hasta un disparo que, una vez, atravesó todo el micro sin lastimar a nadie. En el medio, el perjuicio más frecuente: las ventanillas rotas a pedradas (lanzadas a mano o con hondas), que los llevan a costear entre 10 y 15 cristales por semana y, lo más grave, las lesiones que en más de una ocasión sufre algún pasajero.
“Fue un daño muy importante porque usaron pintura y la reparación puede significar un gasto de entre 12.000 y 15.000 pesos por coche. Pero vamos a denunciar porque ya no soportamos más estos actos delictivos que sólo sufrimos en Chimbas”, dijo ayer el gerente Jorge Garcés, quien encomendó al letrado Juan Baustista Bueno para actuar de querellante en la causa.

