Cuatro moretones en la espalda, dos más en su cabeza (en la frente y el parietal), también un ojo morado. Algo similar a un raspón en una de sus orejas y otro más en el tobillo izquierdo. Ampollas por quemaduras en cuatro de los cinco dedos de su pie derecho y, algo más grave, múltiples lesiones compatibles con al menos un ataque sexual. Según un médico, esta última lesión tenía entre 48 y 72 horas de antigüedad y las demás eran recientes. Quien las sufrió fue un niño de 4 años, que ingresó al hospital Rawson sobre el mediodía del 9 de diciembre de 2019 y perdió la vida el 23 de enero de 2020, porque a todo ese cuadro se le sumó una herida letal: una hemorragia cerebral, porque había sido víctima de violentos zamarreos.
Lo altamente curioso para el tribunal y las partes del juicio oral y público que se sigue contra el único detenido del caso, el padre de ese chico, Exequiel Contreras (31), es que tanto el imputado como la madre del menor, Tamara Cuello, dijeran no haber notado ninguna de las lesiones más graves en el cuerpo del niño y tampoco haberlo escuchado quejarse, por el terrible dolor que seguramente padeció.
Tal como anticipó este diario, el último miércoles, el acusado puso en el centro de las sospechas a su ex por el zamarreo que sufrió el nene y a un hermano de ella como posible abusador. Y aunque admitió que bañaba y cambiaba a su hijo con regularidad, dijo no haber notado ninguna de las lesiones que describió un médico legista, salvo una pequeña herida en el dedo de un pie.
El defensor oficial pidió investigar a la madre del niño por falso testimonio. El tribunal debe resolver.
Ayer declaró la madre y, tal como se preveía, admitió que al comienzo de la investigación mintió sobre el origen de la lesión letal, porque Contreras le aconsejo decir que ella había estado bañando al menor cuando se les resbaló en la ducha y se golpeó en la cabeza.
También aportó otras precisiones, tan contradictorias con su primera versión, que llevaron al defensor oficial del acusado, Marcelo Salinas, a pedir que la investiguen por falso testimonio.
La joven admitió que Contreras sólo era violento con ella, que la golpeó incluso cuando estaba embarazada y suponía que su hijo le temía al acusado, porque había visto esos ataques. De todos modos reconoció que a los niños (dos de su anterior pareja y otros dos con él) nunca los golpeó delante de ella. Lo más llamativo para los jueces Silvina Rosso de Balanza, Maximiliano Blejman y Juan Bautista Bueno (Sala II, Cámara Penal) fue que dijera no haberle visto las lesiones más graves que presentaba el nene y tampoco haberlo escuchado llorar o quejarse por las otras lesiones, como las del ataque sexual. Al tribunal pareció no convencerlos la explicación de que ni aquel fatídico 9 de diciembre ni tampoco en días previos, ella como la supuesta madre diligente que dijo ser, no detectara ni el menor indicios de esos ataques.