Rastrillajes casa por casa. Pedidos de informes en morgues de la zona para detectar casos con los cuales establecer alguna relación. Incluso, un alerta nacional de la Red Solidaria. Todo vale en la investigación judicial que busca dar con algún dato que permita identificar los restos del chico de entre dos y tres años que un ciclista encontró anteayer a la vera del arroyo La Totora, entre Miramar y Mar del Sud. Al cadáver le habían cortado manos y pies, se le había extraído toda la dentadura y también los órganos. Hasta el cerebro.

 

Parte de algún macabro ritual o una maniobra que podría tener como trasfondo la eventual venta de órganos; en uno u otro caso, obra de un desquiciado, aunque con algún conocimiento como para haber hecho las amputaciones y la evisceración. Todas las hipótesis están vigentes en un caso inédito.

 

La fiscal Ana María Caro, a cargo de la investigación, sólo tiene confirmado que el menor fue asesinado hace no más de diez días, aunque aún no sabe cómo. Los forenses ni siquiera pudieron afirmar de qué sexo era, porque no estaban los órganos genitales. El avanzado estado de descomposición del cadáver, además, complicó cualquier otra precisión.

 

Personal policial volvió a recorrer ayer el lugar donde fue encontrado el cuerpo, esta vez con equipos especializados, incluidos buzos tácticos que se sumergieron en el arroyo para un recorrido sobre superficie y en profundidad. Allí los perros adiestrados encontraron una tela de sábana y cabellos. También, un pantalón y un buzo de tamaño de niño que fueron señalados por los animales.

 

Al cuerpo lo habían encontrado un día antes a orillas del arroyo La Totora, que cruza la ruta 11 a mitad de camino entre Miramar y Mar del Sud. Se lo disputaban algunos perros salvajes cuando un vecino de la zona, que iba en bicicleta, se acercó al advertir que podría tratarse de un cuerpo humano.

 

Esas evidencias colectadas ayer se incorporaron a una causa que conmueve incluso a los especialistas más experimentados. "En décadas no hemos visto algo igual", admitieron profesionales que participaron de la autopsia.

 

Cortes quirúrgicos

 

El informe pericial da cuenta de que los restos estaban en avanzado estado de descomposición. La data de muerte se fijó en siete a diez días, pero sin poder determinar cuál fue la causa. Las manos y pies habían sido seccionadas con algún instrumento cortante muy filoso, en coincidencia con articulaciones. Esta maniobra se vincularía con un intento para evitar identificación del chico. Vale recordar que a los recién nacidos se los registra con huellas plantares y dactilares.

 

Además, se constató la remoción de genitales y de otro órganos internos, incluido el cerebro, que alguien retiró para luego colocar la calota (la parte superior de la bóveda craneal) en su lugar y cerrar la cabeza con una costura no demasiado prolija, pero sí propia de alguien que sabía lo que hacía.

 

Los peritos pudieron detectar fauna cadavérica, por lo que se estima que el cuerpo del menor estuvo allí al menos durante dos días. En el rastrillaje de ayer también se detectaron algunas manchas hemáticas a unos 15 metros de la ruta. Se cree que fue el lugar elegido para descartar el cuerpo. Luego, los perros lo habrían alejado un poco.

 

La posibilidad de un caso vinculado a una red de tráfico de órganos no termina de cerrarles a los investigadores. En ese caso la ablación del cerebro sería innecesaria y parece demasiado burdo el mecanismo para deshacerse de los restos.

 

En cambio es más sólida la hipótesis sobre algún ritual con sacrificio humano. En la fiscalía intentaban revisar antecedentes de algún culto que pudiera contar con instancias tan macabras como las de este increíble caso.

 

La fiscal Caro giró en las últimas horas un pedido a morgues y cementerios de General Alvarado y de zonas cercanas para confirmar fallecimientos de niños de hasta tres años en los últimos diez días y el destino que pudieron haber tenido esos cadáveres. A la fecha no existe en la región ni un solo pedido de averiguación de paradero compatible con el perfil de la víctima.

 

Juan Carr, fundador de la Red Solidaria, también lanzó desde anteayer un alerta nacional. "En algún lado hay una madre, un hermano, un tío o un abuelo que debe saber de la ausencia de este niño o niña", dijo ayer. La propia fiscalía pidió por datos de quienes hayan perdido el rastro de un niño o niña de hasta tres años en los últimos diez días. El misterio continúa.