Néstor Walter Hidalgo (45 años, mendocino) asegura que vio por el espejo retrovisor de su semirremolque cargado con mineral algo que le heló la sangre: otro convoy se acercaba por detrás suyo a elevada velocidad, cuando ambos viajaban por la ruta 20. Hidalgo contó que faltaban minutos para las 16, que se aferró al volante y sintió el violento impacto detrás suyo. Fueron segundos dramáticos porque el hombre luchó varios metros para dominar su vehículo y evitar caer en una hondonada al costado de la ruta. Por suerte, los dos rodados quedaron sobre la banquina, pero cuando Hidalgo fue a ver al otro chofer, se topó con una imagen impresionante: la cabina del otro camión fue aplastada y en su interior un reclamo desesperado del chofer pidiendo ser rescatado. Varios lugareños se acercaron para auxiliarlo, pero poco pudieron hacer por ese muchacho que murió entre los hierros retorcidos de la cabina una media hora después del violento impacto.
Todo ocurrió en una curva de la ruta 20, unos 60 m antes del empalme con la ruta 279, en la localidad de La Chimbera, 25 de Mayo. Hidalgo conducía un camión Mercedes Benz 1634 con batea cargado con 45.000 kg de dolomita. El hombre trabaja para ‘Transportes Mauri’ y ese mineral que había cargado en Albardón lo debía trasladar a la localidad de Campana, en Buenos Aires, contó el chofer. Pero nunca llegó a destino. ‘Venía como a 65 o 70 km/h porque estaba en la curva. Siempre tengo la precaución de mirar por el retrovisor y ahí vi al muchacho que venía como a 100 km/h. Me chocó de atrás sin frenar y lo único que atiné a hacer fue dominar mi camión porque me llevaba para el bajo’, explicó Hidalgo.
Quien conducía ese camión Ford Cargo de la firma ‘Bimbo’ que lo chocó por detrás fue identificado en la policía como Víctor Gabriel Irusta (25 años, de Córdoba). Los pesquisas de la Seccional 32da, al mando del subcomisario Eduardo Tebaul, suponen que Irusta se durmió y por eso chocó, explicaron.
Lo cierto es que tras el impacto, ambos camiones recorrieron unos 40 m hasta que se detuvieron en la banquina. Néstor Céspedes, un vecino de la zona, contó que Irusta ‘se quejaba y llamaba a alguien. Tratamos de sacarlo, pero fue imposible. Estuvo así como media hora y murió’.
Tras el choque, bomberos del cuartel central, al mando del oficial Gastón Alcayaga, trabajaron por una hora para extraer el cadáver de entre los hierros retorcidos.

