Cuando todo parecía indicar que José Cortez mostraba signos de recuperación después de 5 meses de permanecer postrado a raíz de los dos disparos que recibió en la cabeza de manos de su propio compañero, el obrero calingastino tuvo una inesperada descompensación y murió. Su deceso se produjo en Córdoba, a donde lo habían llevado para su rehabilitación. Ahora su caso pasó a ser un asesinato que tiene como único acusado a otro peón rural llamado Walter Quiroga, que ya había sido procesado en mayo pasado por el juez Alberto Benito Ortíz por tentativa de homicidio, agravado por el uso y portación de arma.

José Rodolfo Cortez (49), quien trabajaba en la finca María Teresa en Barrealito, Calingasta, dejó de existir el domingo último en un hospital de la capital cordobesa, informó su hermana Mabel. ‘Ya había salido de la terapia. Estaba mejor y empezaba a moverse. Se lo trajo a Córdoba para hacer rehabilitación. Sabíamos que estaba expuesto a cualquier complicación. Hace días se descompensó por una insuficiencia respiratoria y no pudo salir’, explicó la mujer. Hoy llegaban sus restos a Calingasta.

Por resentimiento

El trasfondo de este crimen fue el rencor y la envidia que Walter Quiroga (28) tenía contra José Cortez porque el dueño de la finca lo había removido de su puesto de encargado y lo había puesto al otro. ‘Pasé a ser un peón común. Y Cortez me daba las órdenes. Yo tiraba más para los obreros. Cuando asumió Cortez como encargado, nos mandaba a trabajar al rayo del sol… Una vez nos mandó a trabajar bajo la lluvia. No le importaba el obrero, quería quedar bien con el patrón. Nunca me habían tratado de esa manera…‘, declaró Quiroga ante el juez Ortíz, del Primer Juzgado de Instrucción.

‘Eso me llevó a tomar una decisión que nunca debí tomar. No fue de matarlo, quería herirlo, para que supiera que merecía respeto…’. Así, Quiroga confesaba el crimen. El 4 de febrero último, cerca de las 7, el peón salió al encuentro de Cortez que a esa hora debía presentarse en la finca de Barrealito. Lo esperó en calle Laprida y cuando lo tuvo cerca le dio dos balazos en la cabeza, encima lo golpeó en el piso. Después quiso quemar su cuerpo pero se arrepintió y escapó. 
Como el caso ahora es un crimen, el juez Ortíz deberá dictar una nueva resolución contra Quiroga.