El crimen de la caucetera Paola Fabiana Agüero (55) pasará al archivo porque ayer Rogelio Héctor Schiaroli (71) finalmente perdió la vida, después de dos días de agonía por el balazo que él mismo se dio en la cabeza luego de asesinar a su expareja, dijeron fuentes policiales.

"Justicia no va a haber porque él murió, solamente esperamos resignación", dijo ayer Romina Yañez, una de las hijas de la mujer, quien además sobre el femicida sostuvo que "pensábamos que era un loco nada más, pero no un asesino. La verdad a esto no lo veíamos venir".

Schiaroli se había efectuado un disparo que perforó su cráneo apenas por arriba de su oreja derecha. Permanecía internado en una clínica privada, pero ayer por la tarde no aguantó más. Era italiano pero desde hacía un tiempo vivía en San Juan, donde se dedicaba al alquiler de camiones. Unos cuatro años atrás había conocido a Agüero y en ese entonces nadie imaginó que la relación terminaría de la peor manera. Los problemas comenzaron a fines del año pasado, cuando ella supuestamente descubrió una infidelidad de él y se separaron. Luego volvieron, pero él comenzó a ser sumamente controlador y posesivo. "Él era una persona manipuladora al extremo y muy celoso, era un celoso de manual. A mi madre permanentemente la controlaba", afirmó Yañez.

Eso provocó en la mujer un desgaste que hace poco más de dos meses la llevó a tomar la decisión de separarse definitivamente. "Con ella hablaba siempre. Ella me había dicho que ya no quería estar más con él, que era un punto final para siempre", explicó la hija.

La mujer junto a su hija Romina Yañez, quien le escribió: "Hasta siempre madre amada!".

Es por eso que el último viernes había ido con una amiga al departamento donde vivía con Schiaroli, en el 6to piso de un edificio en Alem al 644 Sur, en Capital. Allí se encontraba juntando sus pertenencias y esperando el camión de la mudanza cuando él se le apareció, sobre las 14. Hubo una discusión, él bajó y luego de unos 20 minutos volvió a subir, con una caja blanca larga. Las amigas se miraron, intrigadas, pero continuaron en lo suyo. Allí guardaba un arma calibre 22 similar a una carabina recortada, con la que instantes después le disparó a Agüero, desde atrás, en la cabeza. Luego se fue a su dormitorio y buscó matarse él mismo con otro disparo.

"Mi madre era una mujer única, un ser de puro amor. Era una persona que daba todo a cambio de nada, súper cariñosa con todos, con sus hijos, con sus nietos, con sus amistades. Buena madre, buena amiga, generosa", cerró Yañez. Sus restos fueron cremados en Mendoza.