Cómo llegó ahí, es todo un misterio. Lo único que se conoció hasta anoche es que ese hombre se marchó de su casa el sábado a la mañana y que ayer en la siesta lo encontraron sin vida dentro de un canal, a la altura de una usina a metros de las ruinas de la Aceitera San Juan y la Escuela de Policía, Rivadavia. La víctima no presentaba lesiones y tenía todas sus pertenencias, incluso dinero, por lo que descartan que haya sido víctima de un hecho delictivo.

Unos chicos que jugaban cerca de la antigua usina de la firma González Amaya, detrás de la Escuela de Policía, fueron los que ayer a las 14.30 vieron ese cadáver dentro de la canal Ciudad, cuyo cauce se transforma después en canal Benavidez, explicaron fuentes del caso. Los policías de la Seccional 30ma especulaban que podría tratarse de un interno del Hogar de Ancianos que había desaparecido. El Departamento Hidráulica tuvo que cortar el agua para que, recién caída la tarde, los bomberos pudieran retirar el cadáver que estaba atascado en una rama y que llevaba varios días de fallecido.

Así fue que la comisión policial al mando del jefe de la Regional Noroeste, comisario inspector Carlos Vallejos, y el comisario José Marín, de la comisaría 30ma, retiraron el cadáver para que lo examinara el médico legista. Fuentes policiales indicaron que la víctima no presentaba lesiones y aunque tenía desprendida sus prendas de vestir, parece que no le faltaba nada. En los bolsillos le encontraron 66 pesos y algunos papeles, entre ellos el DNI. Ahí descubrieron que era un ciudadano chileno llamado Roberto Araya, de 54 años y que residía en Villa Chacabuco, Rivadavia, revelaron. A partir de ese dato, los policías lograron anoche localizar a su familia y supieron que el fallecido era changarín en la feria y que se había ido de su casa el sábado a la mañana tras discutir con su mujer.