Veinte años haciendo trabajos mecánicos y de electricidad en los autos y nunca un problema serio con ladrones, más allá de algún que otro hurto. Pero las cosas se pusieron feas para Eduardo Álvarez (58) el miércoles a poco de abrir su taller en la tarde, sobre las 16,30. A esa hora un sujeto entró a su local de calle Soler, una cuadra al Sur de Ignacio de la Roza, en el extremo Oeste de Capital. Eduardo lo notó algo tartamudo cuando salió a recibirlo y le preguntó por un auto, pero enseguida entró a la carrera otro sujeto que se le puso detrás, lo tomó del cuello y le fijó el caño de un revólver en la cintura. Fue el momento más violento, porque cuando Eduardo quiso reaccionar el sujeto no lo dudó y le disparó apenas por debajo del glúteo derecho. Sangró enseguida. Y enseguida también se lo llevaron a la fuerza junto con su ayudante, obligándolos a tirarse al piso en la habitación donde tiene sus herramientas. "No te hagás el gil, dame la plata", fue la exigencia reiterada de uno de los tres asaltantes, pero Eduardo no tenía plata.
"Revolvieron todo y al final sólo se llevaron el celular mío y el de mi ayudante, además de un microscopio de mi hija que estaba en un maletín… a lo mejor se lo llevaron creyendo que era plata", dijo ayer.
Según el mecánico, el ataque que sufrió fue uno de los tantos cerca de su casa. "En esta zona ya pasaron varios robos y eso que hay cámaras por todos lados. Estos tipos que nos asaltaron en el taller habían estado por acá durante la mañana (del miércoles) y parece que son los mismos que golpearon a una chica para robarle el celular en una casa de venta de alimentos", dijo Álvarez.
Ayer, Eduardo rengueaba mientras seguía con su trabajo, con el mismo pantalón agujereado por la bala del revólver. Con la bala aún dentro de su pierna por consejo médico.
Después de la traumática experiencia Eduardo quedó convencido de una cosa, no se quedará quieto y peleará por lo suyo: "Me dieron un tiro pero si vuelven me resisto otra vez, no dejo que me roben", aseguró.