Captura de imagen de Telesol (Enero de 2018)

 

Otra vez el nombre de Giuliana Gisel Díaz Olivares, de 29 años, involucrado en una situación extraña. Este fin de semana fue quien obligó a que en un hotel alojamiento intervenga la policía tras los gritos que salían de una habitación: es que en un primer momento dijo haber sido abusada y, a las horas, no quiso denunciar y las sospechas se centraron en que se trataría de un encuentro sexual donde los clientes no pagaron.

 

Pero esta trabajadora sexual acarrea al menos dos hechos, uno de ellos muy grave porque murió una persona.

 

  • Primer caso: accidente y muerte

25 de enero de 2018: Dos clientes habían tomado los servicios de Díaz Olivares, pero cuando ya todo había terminado y volvían cada uno a sus casa en un automóvil ocurrió un siniestro vial, donde la trabajadora sexual quedó en la mira. Es que Agustín Blanco dijo ante la policía que su amigo Franco Ezequiel López Ahumada (25) iba manejando el Fiat Duna acompañado en el asiento de adelante por Díaz Olivares quien, tras discutir, agarró el volante y provocó que el auto se desestabilizara, impactara contra un utilitario y luego volcara, todo sobre calle Mosconi, en Trinidad. López Ahumada falleció en el acto y la trabajadora sexual quedó imputada

 

  • Segundo caso: denunció que un cliente no le pagó

4 de abril de 2018: cerca de las 10, en un hotel de calle Mendoza entre Santa Fe y Mitre, Giuliana Gisel López Olivares armó un escándalo en la vía pública porque, supuestamente, un cliente con el que había estado en un hotel la sacó de la habitación y no le quiso pagar. Tamaño fueron los gritos, que debió intervenir la policía. También dijo que la dueña del hotel la agredió

 

  • Último caso: escándalo en un hotel alojamiento

25 de noviembre de 2018: en la madrugada del domingo fueron requeridos sus servicios por dos hombres. El lugar que eligieron para pasar la noche fue un hotel de Chimbas. La noche de sexo tuvo agregados que complicaron el normal desarrollo. Hubo mucho alcohol de por medio. Cuando se despertó, se topó con que los clientes ya no estaban. Empezó a los gritos, tema que alertó a los empleados del hotel que decidieron llamar a la policía. 

 

En un primer momento y ante la presencia de los efectivos, hizo referencia a un presunto abuso y le solicitaron que los acompañe hasta sede policial, cosa que se negó (también a la posibilidad de hacerlo en el lugar, tal como autorizó el juez). 

 

Luego, entre gritos y llantos, insistió con que no le habían pagado que, sumado a la negativa de denunciar, sospechan que se trató de un trabajo no saldado, aunque puede todavía su descargo.