A primera vista, se notaba que la cama había frenado al ropero en su caída y evitó que aplastara a la víctima, un desocupado de 61 años que yacía en el piso entre ambos muebles, boca arriba sobre un charco de sangre, vestido y con pantuflas. Con ese cuadro se toparon los primeros policías que entraron ayer al humilde rancho de Miguel "Soro" Ramírez. Y la sospecha de un homicidio quedó clara enseguida: además de la sangre por una certera puñalada en el hígado -según fuentes del caso- el cuerpo presentaba múltiples golpes y en el dorso del ropero habían restos de papeles quemados, inequívoca muestra de que intentaron prenderle fuego al mueble y todo lo que había en el lugar, con el dueño de casa incluido.
Con el inicio de la investigación, otro dato pareció sostener la teoría de un posible homicidio con tintes pasionales: la vida íntima de la víctima. "Ese detalle no lo podemos ignorar, vamos a investigar todo", dijeron ayer altos jefes policiales. Años atrás, Ramírez había sido brutalmente golpeado por unos jóvenes que fueron a su casa y le robaron, recordó ayer un vecino.
¿Pero por qué querrían matar a Ramírez? ¿Acaso para robarle? El hombre era muy pobre y vivía solo en su rancho de cañas y barro compuesto de tres ambientes (cocina, comedor y un dormitorio) en el 147 de la calle Nacional, unos 100 metros al Oeste del cruce con La Laja, en la zona conocida como Villa San Martín, en Albardón. Por muchos años había trabajado en la ex bodega Resero, pero después empezó a subsistir de changas y de un trabajo temporario en la construcción de viviendas municipales. Ultimamente ganaba unos pesos ayudándole en tareas de cocina a un comerciante y recibía ayuda de sus familiares, dijeron ayer sus vecinos.
"Era muy respetuoso, no tenía problemas con nadie. A mí me esperaba todos los días como a las 12,20 que llegara del trabajo y conversábamos un rato. Pero ayer fui a golpearle la ventana y a llamarlo porque hacía dos días que no lo veía. Como no me contestaba pedí el teléfono a una vecina y llamé a la 18va., pero justo pasaba la camioneta de esa comisaría y los hice parar. Me quisieron hacer entrar pero no quise, ya vi como murieron mi papá, mi marido y mi patrona, eso no se me va más", se limitó a decir ayer Laura, conmovida.
A Ramírez lo encontraron alrededor de las 12,40 de ayer. Y los claros signos de que lo mataron de una puñalada, provocaron en el acto la llegada de altos jefes policiales, personal de Homicidios y hasta la del juez Leopoldo Zavalla Pringles (Primero de Instrucción) con el instructor José Sánchez.
Anoche, no había detenidos por el aberrante asesinato.

