El lado A del "tío Mario", abría puertas: lo mostraba como el familiar que todos quisieran tener. Siempre con el chiste o la salida ocurrente, atento y dispuesto a dar una mano en lo que sea, cariñoso y de llevarle las mañas a los niños. En pocas palabras, alguien en quien confiar. Así lo veían, sobre todo, sus cuñadas, que no dudaban en pedirle que cuidara de sus hijos cuando ellas y sus maridos trabajaban y tampoco en prestárselos cuando caía a pedirlos para ir a la cancha, hacer compras o algún trámite. El lado B de ese changarín, hoy de 51 años, estaba muy lejos de aquel sujeto amable, responsable y respetuoso que aparentaba ser pues -según el expediente- durante 10 años aprovechó la confianza que le dieron para cometer los más aberrantes delitos sexuales contra cinco de sus sobrinos menores.
Tres de ellos son hermanos: una niña de 15 años al momento de la denuncia, que dijo ser sometida a múltiples manoseos. Y su hermana de 13 y un varón de 11, que terminaron violados y corrompidos con distintas prácticas sexuales y la exhibición de videos pornográficos.
Según la pesquisa judicial, también se probó que otros dos primos de esos chicos y a la vez primos entre sí, fueron sometidos a los más bajos instintos del "tío Mario": una niña de 13 años que varias veces fue violada, incluso en conjunto con su prima de la misma edad. Y otro varón que cuando se denunció todo, el 19 de abril del año pasado, tenía 16 años y era además ahijado del acusado. En Cámara Gesell, ese chico declaró que entre los 7 y los 12 años su tío lo violó y lo obligó a otras prácticas sexuales, en las que siempre le decía groserías y lo trataba de mujer.
Cada uno de esos delitos cometidos en Rawson, se detalló ayer con la lectura de la acusación en la Sala I de la Cámara Penal, ante el juez Raúl José Iglesias, la fiscal Marcela Torres y ante el defensor Juan Carlos Juárez, a quien el acusado reemplazó en pleno inicio del juicio por Horacio Merino.
El caso recién se reiniciará el próximo viernes, cuando el imputado tendrá la oportunidad de defenderse, dando o no su versión. Durante la investigación, negó ser el jodón que describían o haberse quedado al cuidado de los niños, mucho menos haberles regalado algo o ingeniárselas para quedar a solas con ellos y ultrajarlos sexualmente. Pero las pruebas le jugaron en contra.
Todo se había descubierto el 9 de abril, cuando la mamá de los tres hermanos le pidió a Mario que le diera una mano con la rueda pinchada de su moto. El sujeto llegó enseguida, pero antes de finalizar el trámite la mujer notó por la ventana cómo le recriminaba algo a su hija de 13 años. La mujer no dudó en pedirle explicaciones a ambos, pero el "tío Mario" zafó enseguida: dijo que la niña "se la estaba mandando con los pendejos del barrio", ante lo cual la mujer le pidió no intervenir, pues ese era asunto de ella. A solas con su hija, supo una verdad mucho más cruda y devastadora, pues la niña le confesó que era abusada por su tío. Esos dichos fueron como una bola de nieve, que enseguida sumaron las revelaciones de sus hermanos y también las de sus primos, con un denominador común, todos dijeron ser víctimas del "tío Mario".