Está previsto que en las próximas horas arriben a San Juan los hermanos de Marta "Paty" Altamirano, mientras que a los padres ya les extrajeron en Tucumán muestras de saliva para que sean cotejadas con el material genético obtenido de los restos hallados en el Cerro Mercedario. De esa forma se podrá conocer con certeza si el cuerpo encontrado en esa montaña calingastina corresponde a esa joven andinista desaparecida en marzo de 1981, la única opción que se baraja hasta el momento, confiaron fuentes judiciales.
La novedad fue confirmada en rueda de prensa por el fiscal coordinador de la UFI Delitos Especiales Iván Grassi, quien ponderó el trabajo en conjunto del Ministerio Público local con el de Tucumán, desde donde hicieron lugar al pedido de colaboración emitido por las autoridades sanjuaninas para extraer las muestras en la provincia tucumana y enviarlas a la nuestra, a sabiendas de que los padres de Marta tienen más de 80 años.
Si bien resta conocer los resultados de las pruebas de ADN correspondientes para terminar de identificar el cuerpo hallado el martes de la semana pasada en lo alto del Cerro Mercedario, todos los indicios apuntan a que sería Marta Emilia Altamirano, esa andinista tucumana que murió el 27 de marzo de 1981 cuando sufrió un accidente en pleno ascenso. Sus restos nunca pudieron ser rescatados hasta que un grupo de andinistas integrado por un argentino y varios norteamericanos lo visualizaron cuando recorrían la cara sur de la montaña de 6.720 metros sobre el nivel del mar (msnm), y ahora sus familiares están expectantes por los resultados que arrojarán los estudios de rigor.
A los hermanos de "Paty" les exhibirán elementos encontrados con el cuerpo, como una bota y un corpiño, para que los reconozcan
Tan destacada escritora de poemas como amante de las montañas, Marta, apodada “Paty”, tenía 20 años cuando emprendió su viaje a tierras sanjuaninas junto a su hermana Corina y a Sergio Bossini, un reconocido andinista italiano y un recordado precursor del montañismo. Los tres andinistas llegaron al Mercedario el lunes 23 de marzo de 1981.
Cinco días después, las hermanas Altamirano y Bossini decidieron tomarse un descanso tras una jornada intensa de subida e instalaron un campamento para pasar la noche sobre el hielo, a unos 5.000 msnm. Pero de un momento a otro, la tragedia se hizo presente: “Paty” se apartó un poco de sus compañeros de travesía para recorrer la zona donde estaban parando, pisó en falso, se resbaló y cayó en medio de una grieta.
Los intentos de Corina y Sergio por rescatarla fueron en vano. Según los testimonios de ellos mismos en aquel entonces, la vieron fallecida en una grieta del Glaciar del Caballito, no pudieron sacar el cuerpo del pozo y el domingo 29 de marzo debieron iniciar el descenso de la montaña.
Es importante destacar que los resultados del ADN pueden demorar entre 7 y 10 días,
Pese a los reiterados intentos por rescatar el cuerpo de “Paty”, que quedó atrapado en las nieves eternas del Mercedario, nunca se pudo lograr el objetivo y tanto familiares como amigos ya se habían resignado. Sin embargo, pasaron más de cuatro décadas y todo indicaría que los restos de la joven andinista tucumana finalmente fueron rescatados el último sábado, gracias a la expedición integrada por el grupo Geras, policías, gendarmes y miembros de la UFI.
Quién era Marta “Paty” Altamirano
“Tenía 20 años; era una joven llena de vida, apasionada y amaba las montañas”, contó Corina, hermana de "Paty", a La Gaceta de Tucumán.
Además de compartir el amor por la montaña con su hermana Corina, “Paty” también era una destacada escritora de poemas. Uno de ellos, dedicado a la naturaleza y la vida, fue compartido por la familia Altamirano a diario Huarpe y muestra la pasión de la joven por la escritura. “Gracias Dios mío porque siempre estás conmigo, porque siempre te presiento a mi lado. Gracias por dar visión profunda mis ojos para que se maravillen con tus obras”, comienza el mensaje.
“Gracias por los cerros que hacen estallar mi alma de gozo y dejan exhalar de mis labios suspiros de admiración”, continuó “Paty”, en un evidente agradecimiento a Dios por la existencia de los cerros. Por último, concluyó con una reverencia a Dios por el mundo y la “dicha” de estar vida: “Gracias por los sufrimientos que me hacen comprender a los demás. Gracias por los seres que me rodean y por las flores de mi jardín. Gracias por el mundo y gracias por darme la dicha de habitar en él”.