El 27 de diciembre de 2018, Carlos Marcos Zappala (58) zafaba por poco de una condena por el robo de un millón de las oficinas de Sánchez Huerta en San Lorenzo y Rawson, Capital, el 21 de enero de 2017. Esa vez el que no despegó fue su sobrino Alejandro David Zappala (34), que era empleado de esa firma y recibió 7 años y medio de cárcel. La noche del 9 de octubre del año pasado, tío y sobrino volvieron a ser detenidos en el barrio CGT de Rivadavia, momentos después del violento intento de robo al comerciante Daniel Botella y un sobrino en la puerta de su autoservicio "BS". Intento, porque cuando era encañonado por un sujeto en su camioneta, Botella aceleró con intenciones de chocar a los otros dos que le apuntaban a su sobrino. Y al cabo de unos instantes perseguía a los bocinazos a esos sujetos que buscaron huir en un Chevrolet Onix azul, que terminó atascado en una acequia de ese barrio. El dueño del auto era un hijo de Carlos Zappala, Claudio Javier (33), que al final se quedó junto a su auto y ensayó un relato contradictorio que lo ponía como supuesto rehén de esos sujetos, incluido su primo David, que días atrás gozaba de semilibertad.

Pero no resultó. Y quedó preso, igual que su papá y su primo que aparecieron luego por el lugar, simulando ir a ver qué había pasado.

La cuestión se complicó para los tres parientes y también para otros dos "carceleros viejos": Jorge Vicente Ibáñez (50 años, protagonista de motines, evasiones, robos y una última condena de 12 años de 2014). Y Héctor Rodolfo "Chori" Toledo (48), para entonces con libertad asistida en la condena de 7 años que le aplicaron en agosto de 2018.

Todos quedaron en la mira, igual que Rosa Alejandra Pelayes (46), porque resultó que el juez de Instrucción Guillermo Adárvez había ordenado escuchas telefónicas a los Zappala y a Ibáñez, por otros dos robos. De esas intervenciones se desprendió que habían planificado en detalle el ataque a Botella con los datos aportados a Ibáñez por su "amiga" Pelayes. Además, se supo que Toledo fue parte de ese hecho.

También se estableció que la mañana de aquel 9 de octubre, los tres parientes e Ibáñez, habían asaltado a Eduardo Picot y a un sobrino en su casa de Rawson, sustrayéndole $20.000 y aparatos, para luego fugarse en el Onix de Claudio Zappala.

Tras analizar en detalle cada prueba (investigaron pesquisas de Robos y Hurtos), la jueza de Instrucción Mabel Moya concluyó que Carlos Zappala y el bonaerense Jorge Ibáñez lideraban una asociación ilícita y les dictó preventiva, igual que a los otros Zappala. Rosa Pelayes y Toledo quedaron presos sólo por el ataque a Botella, informaron fuentes judiciales.