"¡Esperen che!, ¡paren que hay pendejos!", alcanzó a decir Sebastián Arancibia Alvarez (29) cuando levantó sus manos y se puso de frente a sus amigos, tres de ellos armados, con claras intenciones de evitar un baño de sangre. Fue lo último que dijo y se desplomó. Sus amigos habían disparado y uno de los proyectiles, por error, se había colado por el homóplato derecho, le atravesó el corazón y salió por su costado izquierdo. Así de trágica resultó la presunta represalia que esos sujetos armados habían encarado contra una familia y allegados en la Villa San Francisco, Chimbas, a quienes acusaban por un robo. Todo pasó en la noche del 18 de octubre pasado, día de la madre. Y ayer un juez procesó a esos tres sospechosos por homicidio en riña y los excarceló, porque no se pudo probar quién mató a Arancibia y así les atribuyó ese crimen a los tres, dijeron fuentes judiciales.
El fallo benefició con la libertad a Julio Luis Flores (50), a su hijo Julio Gabriel (18) y a un amigo de ambos, Guillermo Dojorti (26). Durante la investigación, el mayor de los Flores dijo no haber estado en el lugar; su hijo negó haber tenido un arma y desconocer quién disparó; y Dojorti se abstuvo de dar su versión de los hechos, dijeron las fuentes.
Sin embargo en la causa hubo testigos que los señalaron como portadores de armas y por eso el juez los procesó por un delito excarcelable (el homicidio en riña tiene penas de 2 a 6 años de cárcel), porque se probó que los disparos ocurrieron en medio de una pelea, pero no se acreditó quién gatilló ni cuál arma fue la homicida, porque no secuestraron ninguna.

