Los hechos ocurrieron entre agosto de 2014 y abril de 2015, y tal fue el daño psíquico que las perversiones sexuales dejaron en tres hermanitos (las nenas tenían 10 y 5 años, el varón 6), que aún hoy uno de ellos se orina encima y su hermanita no puede dormir sola por las noches. No es para menos: tantos fueron los abusos que sufrieron durante 8 meses, que al final se corrompió su sano sentido del sexo. Y así lo entendió el juez Raúl José Iglesias (Sala I, Cámara Penal) que dirigió el primer juicio por videollamada con testigos en el edificio de Flagrancia, donde ayer condenó a ese sujeto (feligrés del culto mormón, de 41 años) a 24 años de cárcel, dijeron fuentes judiciales.
La fiscal Marcela Torres había pedido 30 años de prisión, tras considerar probados los aberrantes delitos. La asesora de Menores, Patricia Sirera, coincidió con este pedido y solicitó además copias del expediente para que los chicos dejen de llevar el apellido del ahora condenado.
El juez también adhirió al pedido de asistencia psicológica, social y material para los chicos, que viven en situación de pobreza, precisaron.
Había sido la madre de los niños quien decidió llevar a ese sujeto a su casa porque lo conocía de hacía 13 años (desde la secundaria). La mujer creía que era buena persona por su pertenencia al culto mormón.
De hecho, esa fue la máscara preferida del embaucador. Persuadió de a poco a esos niños que quedaban a su cuidado porque su mamá salía a trabajar. Los llevaba a la escuela, a clases deportivas y, por las noches, les leía pasajes de la Biblia mientras se cubrían con sábanas para ocultar sus manoseos y otras maniobras sexuales. De hecho, se consideró que a la mayor llegó a violarla. Que con sus hermanitos cometió graves ultrajes sexuales. Y que a todos los corrompió. Todo se supo cuando la nena mayor le contó a uno de sus hermanos más grandes y el caso se denunció el 29 de abril de 2015. El sujeto fugó y recién cayó el 8 de marzo de 2019 en Buenos Aires. El fallo aún no está firme.