Hoy, cumplirá 19 años. Y tal vez sienta algo de alivio, tal vez ceda en algo ese miedo constante de percibir el acecho de su propio padre (‘en esta época de calor aún se tapa, y se pega bien la sábana en ambos lados de su cuerpo’, grafica su madre), ese hombre al que en un juicio se animó a mirar cara a cara (él no le sostuvo la mirada) para contarle al juez, y al resto de las partes, cómo fue que comenzó a manosearla y a violarla poco después de que ella se mudara a su casa y durante el año y medio que convivió con él (entre los 15 y los 16 años), hasta el punto de dejarle un serio daño mental. Esa jovencita, aún no puede entender cómo es eso de que ese hombre al que tanto idealizaba y en el que buscó refugiarse cuando huyó de su casa, se animara a semejante atropello sexual (borracho o sobrio) y aun a decirle ‘que la amaba, que no sería de nadie más’. Ayer, el juez Miguel Dávila Saffe (Sala I, Cámara Penal) adhirió al planteo de la fiscal Marcela Torres y lo condenó a 22 años de cárcel por los ataques sexuales (Fiscalía pidió 24), delitos agravados por el vínculo, por la situación de convivencia y el grave daño en la salud mental que causó en su propia hija, que intentó suicidarse y hoy está medicada con psicofármacos y un diagnóstico de esquizofrenia paranoide.

El magistrado también mandó el expediente de vuelta al juzgado de origen, para que investiguen si la pareja del condenado y sus dos hijas tuvieron o no alguna complicidad en esos delitos sexuales, pues la chica dijo que ellas fueron las primeras en enterarse de la traumática situación que atravesaba y no hicieron nada.

En su resolución, el juez decidió que sea la misma fiscal que motorice sus pedidos de investigación por presunto falso testimonio contra dos testigos ofrecidos por la defensa. Y sancionó con un apercibimiento al abogado defensor, Julián Gil, tal como pidió Fiscalía, por ‘obstaculizar el descubrimiento de la verdad’ con su actuación en el caso.

‘Para mí como padre ninguna pena va a ser suficiente, porque a mi hija nadie le va a sanar ese daño, pero si el señor Jesús lo dispuso así, bendiciones. Además lo que hizo su mujer y sus hijas fue inhumano, no hicieron nada cuando mi hija les contó lo que le hacían y esto que una de esas chicas trabaja en un área de violencia contra la mujer’, se limitó a decir ayer la madre de la víctima.

El caso había sido denunciado el 16 de septiembre de 2020 por la madre de la niña. Ahí contó que apenas convivió 3 meses con el acusado y que de esa unión nació esa chica que soñaba con estar con su papá y mostró su lado rebelde cuando se escapó de la casa para ir a vivir con él cuando tenía 15 años y denunció a su mamá, alentada por el propio acusado.

Ayer, el obrero volvió a decir que es ‘inocente’, que nunca la tocó y que sólo se limitó a cuidarla. Su defensor había sostenido que la niña ya tenía problemas mentales y que no se acreditó con un informe médico que su padre la atacara. Por eso pedía la absolución o que lo desliguen por el beneficio de la duda. Ahora, podrá reclamar ante la Corte de Justicia.

 

  • Fiscalía, en contra del ‘backlash’

Durante el juicio, la fiscal Marcela Torres se manifestó en contra del ‘backlash’, una expresión que, en inglés, alude a los grupos de personas que se manifiestan en contra de algo y que, a nivel nacional, se emplea frecuentemente para referirse a la actividad que llevan adelante los abogados defensores en causas penales, que intentan descalificar a psicólogos y psiquiatras, cuyas pericias son claves para resolver los casos de abusos sexuales. La fiscal defendió la labor pericial de los profesionales de esa disciplina en los casos criminales y remarcó el carácter científico de su trabajo.