El 5 de febrero de 2021, el farmacéutico J.P.D. quedaba detenido porque un juez sospechaba que pudo haber manoseado y violado (con dos prácticas de sexo oral) a su hijastra cuando tenía 17 años (hoy tiene 21 años), durante la pandemia de 2020. Y ayer el magistrado que lo enjuició, Maximiliano Blejman (Sala II, Cámara Penal), consideró probadas esas sospechas y lo condenó a 15 años de cárcel (esa pena pedía el fiscal Daniel Galvani), porque consideró que de manera continuada sometió primero con manoseos y otras prácticas a la jovencita hasta que consiguió lo que buscaba: satisfacer su libido sexual con al menos dos prácticas de sexo oral. Esos delitos fueron agravados por la situación de convivencia y porque, cuando ocurrieron, el acusado estaba a cargo de la custodia de la chica.
A pesar de haber solicitado 22 años de cárcel, los abogados de la víctima, Franco Montes y Marcelo Fernández, se mostraron conformes con el resultado del proceso.
Quien no estuvo de acuerdo y ahora puede reclamar ante la Corte de Justicia, es el defensor Leonardo Villalba, que pidió absolución. Ayer, el acusado optó por no decir nada en sus últimas palabras antes de concluir el juicio. Y sólo agachó la cabeza cuando conoció la pena que le imponían. EL QUIEBRE
Todo estalló el 26 de diciembre de 2020. Ese día, la familia (el farmacéutico llevaba 5 años de pareja
con la madre de la víctima, con quien además tiene una hija en común) pretendía ir a la finca de unos familiares del acusado, pero la chica se empecinó en negarse a ir. Su madre quiso saber y entonces ella le contó que su padrastro abusaba de ella, sin mayores detalles. La mujer no dudó ni un instante de la versión de su hija y ese mismo día rompió relaciones con él. Es más, llamó a su suegro para informarle -según declaró- y el hombre le dijo: “Entonces es cierto lo de Valle Fértil”, en alusión a dos denuncias
por supuesto acoso sexual contra dos mujeres cuando él trabajó en aquel departamento. Calificado por psicólogos como alguien “inmaduro sexualmente, que se esfuerza por demostrar un perfil social”, el acusado no declaró durante el juicio. Al comenzar la investigación, había negado cualquier tipo de
ataque a su hijastra, a quien dijo “querer como una hija”. El relato de la chica, considerado verosímil por psicólogos y testigos, terminó por complicar al profesional, que seguirá preso.