"Esto que estoy haciendo acá no se tendría que hacer en una casa, sino en un matadero", fueron las duras palabras del sobrino mientras limpiaba la sangre en la escena del crimen. La víctima fue Aldo Pérez, un empleado gastronómico que apareció asesinado de una puñalada en el corazón el último 31 de marzo en su casa en el Barrio Hualilán II, en Rawson.
Esa vivienda ubicada en la calle Recabarren entre Jorge Newbery y Capdevilla, quedó marcada para siempre ante la atónita mirada de los vecinos y conocidos del hombre.
Pocos saben la historia de Aldo Pérez, un vecino envuelto por el enigma de sus vecinos. Fue mozo durante 25 años y pasó por muchos lugares gastronómicos. Se jubiló, pero no dejó de trabajar, siendo sus últimos lugares una conocida parrillada en Trinidad y una concurrida pizzería rawsina. Jugador de fútbol en su juventud, llegó hasta la Primera en la liga caucetera y hasta pasó por clubes como Peñarol y Alianza. Quienes lo vieron, identificaron a un gran gambeteador y encarador.
Reservado y poco conversador, sólo salía de su casa para ir al trabajo y a regar las plantas. Pero esto no le merecía una mala opinión de quienes tenían la posibilidad, a veces, de cruzar algunas palabras con él. Según los mismos vecinos, era un hombre educado, de carácter afable y que no dejaba pasar la ocasión de saludar cortésmente cuando podía.
Sin embargo, la razón detrás de su retraído y solitario comportamiento tenía una triste historia detrás. Aldo Pérez había perdido a su esposa y madre de su único hijo hacía 10 años. Es Lucas Maximiliano (35), quien vive en Mendoza y lo visitaba al menos una vez por semana. Esto lo había sumido en una depresión y estado de abandono que afectó su vida y la de la mayoría que lo rodeaba. Rechazaba la ayuda de sus hermanos y algunos familiares, que en varias oportunidades ofrecieron su apoyo para que lograra salir de su estado de retraimiento. Y se molestaban por la frecuencia con que lo visitaba una mujer de 27 años y "se aprovechaba de él" -dijeron-, hasta que Pérez la denunció por robo. Incluso llegó a perder su casa en el barrio FOEVA, la cual malvendió por menos de su valor. Esto lo llevó a tener que vivir en lo de su cuñada. Tras el fallecimiento de su padre, se fue a vivir a la casa de éste, donde pasó sus días hasta el fatídico desenlace.
Sin embargo, sus familiares seguían sin saber mucho de él, ya que no era muy dado tampoco a la visita familiar. Desde hacía tiempo, Pérez venía manteniendo una serie de intercambios de amenazas con un sujeto que, anteriormente, le había robado un televisor. Un excompañero de trabajo de él contó, incluso, que le había comentado en algunas oportunidades sobre este hecho. "A veces contaba que un pibe le había robado el televisor y desde que hizo la denuncia lo amenazaba y que se la "tenia jurada", pero no contaba mucho más". Con algo de dinero ahorrado, se compró un TV nuevo y una moto 110 cc, la cual usaba para trasladarse y en la que todos lo veían.
El lamentable final se supo ese 31 de marzo, alrededor de la 23, cuando una vecina vio que algo andaba mal en la casa de Pérez. El portón estaba abierto y el candado forzado, al igual que uno de los barrotes de esa entrada. Preocupada, decidió entrar y se encontró con el horror: en el comedor estaba el mozo, sobre un charco de sangre. Había recibido una puñalada en el corazón y se desangró hasta morir. En su casa faltaba algo de dinero y su motocicleta. Los primeros indicios apuntaron contra la mujer de 27 años que lo frecuentaba y que había sido denunciada tres días antes por robo, quien quedó detenida el mismo día junto a su pareja.
Sin embargo, todo dio un giro el 1 de abril, cuando cayó Jonathan Rojo (22), apodado "El Piolín", sospechado de haber pasado con la víctima sus últimos momentos. También detuvieron al padre, acusado de encubridor.
Aún le cuesta al barrio reponerse de la desgracia que dejó a todos pasmados. "Cómo puede pasarle algo así a un tipo que no hizo nada. Era un tipazo, nunca se metió con nadie", dijo su hermano Alfredo, quien había almorzado con la víctima 3 días antes. De momento, Rojo y su padre se encuentran detenidos a la espera de la declaración indagatoria, donde se espera que puedan echar luz sobre lo sucedido y cerrar así la historia de Aldo Pérez.