El tramo que de por sí ya es peligroso por el tráfico. La poca iluminación. La ausencia de separadores de carriles o derivadores. Esa cuota de imprudencia al volante y la velocidad que siempre está presente. Y lo que nunca falta, esa mala suerte del destino. Todo se dio ayer de mañana sobre la ruta 40 y, en solo segundos, cinco obreros metalúrgicos perdieron sus vidas. Cinco hombres, algunos de ellos jóvenes, que iban a trabajar a Sarmiento y que en la zona de Pocito acabaron con su coche incrustados debajo de un camión que se atravesó a todo lo ancho de la ruta.

Otro récord más para esa fatídica ruta nacional. Porque, además de tener el triste privilegio de haber sido escenario de los accidentes con más víctimas fatales en la últimas dos décadas, durante el 2010 ya se contabilizaron 17 muertes a lo largo de su recorrido. Esto es el 23 por ciento de los 74 fallecidos que hubo de enero hasta la fecha en la provincia por diversos siniestros viales, de acuerdo a los registros periodísticos de DIARIO DE CUYO. El problema de la ruta 40, en la zona de Rawson y Pocito, es un tema ya recurrente. En marzo pasado desde Vialidad Nacional anunciaron proyectos de obras para mejorar el tránsito en ese tramo y así evitar nuevos accidentes, pero nada se hizo.

El accidente de ayer pudo tener más víctimas fatales. Y no lo fue, porque una camioneta Toyota en la que viajaban otros cuatro obreros, frenó a tiempo y chocó levemente contra el camión. Distinta fue la suerte que corrieron Sergio Sebastián Aliaga Manzano (23), sus primos Marcelo Ricardo (20) y Cristian Leonardo Agüero Aliaga (28), y sus compañeros Fernando Sebastián Aballay (19) y Fernando Ceferino Valdivia de la Rosa (41), que murieron atrozmente dentro de ese coche Ford Escort.

Todos ellos eran obreros de la Metalúrgica Aliaga, propiedad del padre de Sergio, y se habían levantado temprano para ir a trabajar a Los Berros. Tenían que hacer tareas de mantenimiento en las caleras San Juan y La Buena Esperanza, contó Raúl Aliaga, hermano de uno de los fallecidos. El grupo de obreros partió en el Ford Escort guiado por Sergio Aliaga de la Villa San Damián, en Rawson, y salió como era la rutina por la ruta 40 al Sur. Todavía estaba oscuro, contó el subcomisario Julio Flores, a cargo de la Seccional 7ma.

A esa hora, el bonaerense José María Dibello (64) se despertaba tras pasar la noche dentro de su camión Iveco con semiremolque -de Transportes El Chusco-, estacionado sobre la banquina Oeste de la ruta 40, entre las calles 7 y 8, frente a la fábrica VPA (Válvulas de Precisión Argentina). El camionero había llegado de Buenos Aires a eso de la 1 de la madrugada y debía esperar hasta la mañana para descargar los insumos que traía.

A las 6:50, el encargado de la puerta de la empresa despertó a Dibello y le avisó que estaba autorizado a entrar. Según relató el portero al doctor Jacinto Laciar, del Cuarto Juzgado Correccional, y al fiscal Alejandro Mattar, el chofer hizo calentar el motor por unos minutos y a las 7:05 puso en movimiento el camión para ingresar a la fábrica, relató una fuente del caso. Fue ahí que subió a la carpeta asfáltica y se atravesó de un carril a otro.

En la policía sospechan que Dibello no vio que se acercaba el Ford Escort. Aliaga y sus compañeros parece que tampoco observaron al camión de 18,60 metros de largo en medio de la ruta. La carpa del remolque, que era blanca, estaba oscura por la tierra. Según fuentes policiales, algunas de las luces traseras estaban destruidas, el chasis no contaba con bandas refractarias y tenía pocos focos de guiños a los costados.

El Ford Escort dejó una frenada de 36 metros, pero igual se estrelló contra el camión y acabó debajo del chasis. Sergio Aliaga, Cristian y Marcelo Agüero, Fernando Valdivia y Fernando Aballay murieron en el instante. Uno de ellos salió despedido fuera del coche y otro quedó decapitado y perdió un brazo dentro del rodado.

Por detrás del Escort venía una Toyota Hilux con Héctor Reinoso (59) y tres obreros a bordo. Esa camioneta frenó algo de 50 metros y así evitó que impactaran de lleno con el vehículo de carga. De hecho, ese segundo choque fue leve y los ocupantes de la Toyota salieron ilesos. El testimonio de Reinoso era elocuente: "No vi la luces del camión. Sólo ví una sombra y ahí frené e intenté esquivarlo, pero no pude. Cuando nos bajamos de la camioneta, nos dimos cuenta que estaba el auto debajo del camión y vimos un cadáver tirado del otro lado. Los otros (muertos) estaban adentro del auto. Ahí llamamos al 911".