Fueron los gritos desesperados de la víctima los que sacaron de su casa a una vecina que vive al lado, a eso de la 1,30 de ayer. Cuando la mujer entró porque estaba todo abierto, casi cae de espaldas: su vecina yacía de costado en la cama de su dormitorio, toda ensangrentada. A simple vista, se estimó que la víctima presentaba al menos 9 cuchillazos: cinco en la parte superior del pecho, en el costado derecho del cuello y el rostro, y los restantes en la espalda. Anoche, los policías de Homicidios apresaron al empleado de una pizzería como presunto autor del crimen, dijeron fuentes policiales.
Todo pasó en la casa de Hilda Tobares (65), una mujer oriunda de La Rioja que estaba radicada hace varios años en esta provincia. Vivía en el 628 Oeste de la calle Corrientes, en la Villa Ramos, en Chimbas.
En principio, el escenario para determinar quién pudo matarla parecía complejo. Los investigadores creían que la sustracción de un televisor de la víctima fue para despistar, porque en la casa estaba todo ordenado y no había puertas o ventanas violentadas como para sospechar de un robo.
Pensaban, y con razón, en un posible crimen pasional (sin desechar otras teorías), porque todo indicaba que la víctima permitió el ingreso a su homicida. La captura del sujeto permitió reforzar la idea de que la mujer lo esperó o hasta mantuvo algún contacto sexual con él, porque sólo vestía una bata, indicaron.
Otra línea de investigación en la que habían buscado respuestas era la conflictiva relación de la fallecida con su hija, a causa de los dos hijos de esa joven. Voceros del caso dijeron que esos niños están a cargo de su padre y la habían visitado por última vez el jueves.
El posible esclarecimiento del caso ocurrió cuando los pesquisas desentrañaron quiénes eran parte del contacto más íntimo de Tobares. Y así confirmaron la sospecha de un homicidio pasional. "Un ladrón no te mete tantas puñaladas, el número de puntazos da a entender que hubo bronca", había dicho un pesquisa.