La Corte de Justicia confirmó las penas de reclusión perpetua que los jueces de la Sala I de la Cámara Penal impusieron a los tres acusados de haber matado de 160 cuchillazos a Cristina Olivares (26 años, madre de dos chicos): su marido Miguel Angel Palma, la amante que tenía, Rosa Videla, y la cuñada de esta última, Noelia Corvalán. Y así puso punto final, en San Juan, a los reclamos defensivos que intentaban revertir el fallo por ese aberrante crimen ocurrido la tarde del 7 de julio de 2012, en Pocito, dijeron fuentes judiciales.

Los ministros Adolfo Caballero, José Abel Soria Vega y Angel Humberto Medina Palá, entendieron que los reclamos de los defensores de Miguel Angel Palma (Félix Manuel Herrero Martín, Julio César Noguera) y el defensor oficial de Rosa Videla, Carlos Reiloba, “sólo constituyen discrepancias” con el criterio que habían adoptado por los jueces Juan Carlos Caballero Vidal (h), Raúl José Iglesias y Silvia Peña Sansó de Ruiz, pero no demostraciones de la arbitrariedad o algún grosero error del tribunal, indicaron.

El 5 de diciembre pasado, los jueces de la Sala I habían adherido al planteo de la fiscalía y el abogado de la víctima, Jorge Aguiar. Y condenaron a reclusión perpetua a quien era marido pero estaba separado de Cristina, a su ahora ex amante y la cuñada de esta mujer, por considerar que cometieron un crimen triplemente agravado: por la alevosía (Cristina no pudo defenderse), por el número de personas y por el vínculo, pues Cristina y Palma no estaban divorciados legalmente.

Según ese fallo, plenamente compartido por la Corte, Palma llamó esa tarde a Cristina para que fuera en su moto a buscarlo para quedarse con los hijos de ambos, mientras ella se iba a trabajar cuidando un enfermo. Pero esa vez, Palma insistió en que se fuera hasta la esquina de Vidart y 7, Pocito, un lugar más lejano y no transitado habitualmente por Cristina desde su casa hasta la de su exmarido.

La razón era sencilla: en ese cruce la esperaba para emboscarla, Palma, con Videla en su camioneta y Corvalán. Se supone que de algún modo hicieron subir a la víctima a la camioneta de Videla y también cargaron allí su moto. Y que al llegar al cruce de Picón y Calle 7, Corvalán le ató las manos hacia atrás a Cristina mientras Rosa descargaba en su cuerpo unos 160 cuchillazos.

En ese cruce dejaron tirado el cuerpo (hallado al otro día) y huyeron por el callejón Picón hasta Calle 8, donde Rosa arrojó el cuchillo y donde también dejaron tirada la moto de Cristina. Allí también se separarían cuando la camioneta de Rosa se quedó sin combustible. Según el fallo, Palma se negó a ayudar y por eso Rosa llamó a uno de sus hermanos para que la remolcara.

La conflictiva relación que existía entre Cristina y Rosa fue clave para revelar la trama pasional que había detrás del brutal asesinato.