El testimonio de los vecinos que escucharon una discusión entre madre e hijo, previa a que la mujer resultara quemada y las extrañas actitudes del joven luego de ese episodio. Los médicos que atendieron a la mujer y consideraron que, a causa de la gran superficie quemada (un 40% en pecho, abdomen, piernas) y la ausencia de lesiones en sus manos, el incendio no pudo ser accidental. El informe de Bomberos que evaluaron muebles y otros objetos en la casa y concluyeron que el incendio fue intencional. La autopsia psicológica de la víctima, en la que tres profesionales informaron que no atravesaba un proceso suicida y la diagnosticaron como alguien con ‘rasgos dependientes y un fondo emocional de tipo angustioso-depresivo’. Y, principalmente, la confesión de la víctima a su hermano antes de morir, de que ella había terminado quemada porque había sido su propio hijo quien le tiró alcohol y le prendió fuego. La mujer perdió la vida el 9 de enero de 2019.
Para los ministros de la Corte de Justicia Adriana Verónica García Nieto, Marcelo Lima y Horacio De Sanctis, todas esas evidencias demostraron que el 29 de noviembre de 2018, la jubilada judicial Liliana Loyola (tenía 64 años) fue blanco de un ataque intencional a manos de su hijo adoptivo Juan Eduardo Echegaray (30).
Por eso, confirmaron la pena de prisión perpetua que le impusieron los jueces Silvina Rosso de Balanza, Maximiliano Blejman y Víctor Hugo Muñoz Carpino (Sala II, Cámara Penal) el 1 de octubre del año pasado, por el delito de homicidio agravado por violencia de género, tal como sostuvo la fiscal Marcela Torres. Y desestimaron así el planteo de la Defensora General, Mónica Sefair, quien solicitaba la absolución de su defendido por el beneficio de la duda o en todo caso la anulación del proceso, informaron ayer fuentes judiciales.
Al ahora condenado y su familia les queda una última instancia de reclamo: la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Los ministros de la Corte calificaron al planteo defensivo como una ‘simple discrepancia, a partir de una visión parcial y descontextualizada de la prueba’.
Y concluyeron: ‘En el caso que nos convoca está evidenciado y probado que la acción homicida estuvo precedida de exigencias dinerarias (del hijo hacia su madre) y enmarcada en un contexto invariable y constante de subordinación psicológica y emocional, que llevó a la víctima a un estado patológico de vulnerabilidad, angustia, tristeza y depresión profunda. Tanto las declaraciones de sus vecinos y la lectura integral de la autopsia psicológica ratifican tales asuntos y afirmaciones’.
‘Este crimen fue la culminación de una sucesión de ataques de diversa índole a la integridad de una mujer’, aseguró la ministro García Nieto, a cargo del voto principal del fallo.
El exdiputado provincial del PJ, Eduardo Echegaray, padre adoptivo del acusado, había insistido en que nunca se valoraron los planteos defensivos y la versión de su hijo de que no quiso matar a su madre y buscó ayudarla luego de que ella misma se quemara por accidente. Ahora, tiene una última instancia de reclamo: la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
- Críticas por la ‘demora’ de la Corte
Tras la confirmación de la pena máxima por homicidio agravado contra Juan Eduardo Echegaray, trascendieron en Tribunales críticas por la ‘demora en resolver’ de la Corte de Justicia. Los dardos se centraron en los plazos que, por ley, se fijan en el Código de Procedimiento Penal para que el máximo tribunal de Justicia local emita una decisión en las causas en las que interviene.
En el caso concreto de Echegaray, se hizo alusión a que el expediente llegó a ese organismo judicial en el mes de diciembre de 2021. Y que recién el 26 de abril pasado fueron citadas las partes a la audiencia para el debate llevado a discusión en esa instancia. A partir de ese momento -remarcaron- la Corte tiene 20 días para resolver, según lo establece el artículo 585 del viejo código de procedimiento (Ley 754 letra O). En el caso del nuevo acusatorio (ley 1851 letra O) esos plazos son de 40 días y están contemplados en el artículo 544, indicaron los voceros.