Tenía problemas con el consumo de alcohol y sobre todo drogas, pues desde los 12 años consumía prácticamente de todo. Él mismo le dijo al psicólogo que quizá por esa razón presentaba un deterioro de sus funciones intelectuales; luego, ese profesional concluyó que el joven evidenciaba un escaso control de sus impulsos y emociones, y que podía pasar del pensamiento a la acción en el acto, para satisfacer sus deseos o cuando se sentía frustrado. Esa falta de control de sus impulsos llegó a su punto extremo la madrugada del 31 de marzo del año pasado, cuando tomaba vino con gaseosa con su excompañero de trabajo en una parrilla, Aldo Agustín Pérez (67), y por alguna razón empuñó un cuchillo y se lo enterró 17 centímetros en el pecho al dueño de casa. Le atravesó el corazón, sentenciándolo en el acto. Aquella madrugada, Alfredo Jonathan Rojo (24 años, alias "Piolín" o "Piolita") huyó de la casa de Pérez en el barrio Hugo Montaño, en Rawson, llevándose la moto Motomel 110 cc de la víctima.

Fue un vecino el que se acercó hasta la casa a pedido de un hijo de la víctima, que se había cansado de llamarlo sin tener respuesta. Cuando ese vecino fue, a eso de las 23 de aquel día, ya varios en el barrio suponían que algo raro había pasado pues el portón de la calle había estado sin llave y la puerta de la cocina había quedado entreabierta, algo que no era habitual.

No tardaron en saber quién era el homicida, pues un vecino le había vendido a Rojo dos cajitas de vino con una botella de gaseosa a eso de las 4 de la mañana. Un perito encontró una huella dactilar suya en el portón de la casa de la víctima. Su expareja relató también que a ella le dijo que mató a un hombre. Y por si fuera poco, los pesquisas secuestraron varios teléfonos de parientes en los que constan las conversaciones alusivas a la "cag… que se había mandado, matando a un hombre".

Tanta fue la evidencia incautada, que al llegar a juicio Rojo decidió con su defensor, Enzo Penizzotto, que lo mejor era acordar una pena de 10 años por el delito de homicidio simple con el fiscal de Cámara Fabrizio Médici.

Ese acuerdo de juicio abreviado fue presentado ante el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal), quien aceptó la propuesta y condenó a 10 años a Rojo, que se llevó a la cárcel el secreto de su terrible decisión.