La familia de la joven que fue hallada ahorcada en una comisaría de San Luis tras ser detenida por violar la cuarentena deberá pagar una nueva autopsia para esclarecer lo que sucedió con la chica.
Florencia Magalí Morales, de 39 años, salió a comprar el 5 de abril en su bicicleta y fue detenida por circular sin ningún permiso. Momentos después, fue encontrada muerta en la comisaría 25 de Santa Rosa del Conlar.
Según la versión policial, la mujer se quitó la vida con el cordón de un buzo que le llevó una vecina para abrigarse. Para su familia esa versión es "imposible". Para la Justicia,se trató de un suicidio.
Si bien la primera autopsia confirmó que la joven murió por asfixia mecánica, el abogado de la familia de la víctima manifestó que "no se constató si tenía golpes en la cabeza ni lesiones compatibles con abuso sexual".
Ante esa situación, los representantes de la familia pidieron una reautopsia para buscar nuevos elementos que pudieran descartar otras hipótesis, como la del homicidio.
Si bien el juzgado hizo lugar al pedido, aseguraron que la familia de la damnificada deberá hacerse cargo de todos los gastos que implique el traslado del cuerpo desde el cementerio de Santa Rosa hasta la morgue de Villa Mercedes, la apertura del féretro y, la nueva sepultura, la vuelta al cementerio.
Florencia Magalí Morales, fue interceptada por la Policía mientras circulaba en bicicleta en contra mano entre calles Santa Rosa de Lima y Rivadavia, en la localidad de Santa Rosa del Conlara, en San Luis.
De acuerdo al sumario policial, los efectivos le pidieron a Morales que bajara de la bicicleta pero ella hizo caso omiso y se dirigió directamente a la Comisaría N°25. Al ingresar a la dependencia, la policía le pidió su documento pero ella manifestó que no lo tenía, aunque aportó sus datos personales; y quedó demorada por incumplir con la cuarentena impuesta el pasado 20 de marzo por el Gobierno nacional.
Alrededor de las 19 de ese domingo, Morales fue hallada sin vida en su celda, mientras el personal de guardia de la Comisaría N°25 realizaba un recorrido. En el cuello, tenía un cordón, que estaba atado a la bisagra superior de la puerta de celda. Los investigadores intentaban esclarecer si pertenecía al buzo que llevaba puesto o si pertenecía a una de las zapatillas.