"Homicidio". La muerte de José Luis Alé Maldonado (33) ya se investiga como un homicidio a manos de uno o más internos del penal de Chimbas. Allí cumplía una condena de 13 años por matar a su cuñado.

 

 

A la familia Alé Maldonado nunca le cerró que José Luis (33) hubiera decidido quitarse la vida ahorcándose con una sábana en una celda del pabellón 5 en el sector IV de la cárcel de Chimbas, el pasado 21 de junio alrededor de las 14. Pensaron que lo habían matado y así lo hicieron saber en la Justicia. Por eso el mismo día que el joven era velado, fue trasladado otra vez a la morgue judicial para una segunda autopsia por orden del segundo juez que intervino en el caso, Guillermo Adárvez. Ese segundo informe, ya con la participación de un médico tucumano pagado por la familia, reforzó las sospechas de los deudos: el joven pudo haber sido noqueado con dos golpes en el sector derecho de su cabeza y luego ahorcado con una sábana.

"Acá no hay ningún suicidio. Estaba apretado ahí adentro por distintas bandas, quiero que los investiguen a todos", había dicho José Alé, padre de la víctima, a quien le faltaban días para empezar a tener salidas transitorias.

José Luis Alé Maldonado era sobrino del renombrado "Chancha" Alé, alguna vez ligado a la desaparición de Marita Verón en Tucumán. Y cumplía una condena de 13 años de cárcel por matar a su cuñado Julio Iturrieta (28) la noche del 24 de diciembre de 2011, en el barrio Retiro, Santa Lucía. Ese castigo se lo había impuesto la Corte de Justicia en octubre de 2015, cuando revisó la sentencia y consideró que había cometido un homicidio simple y no un crimen exceso en su legítima defensa, como entendió el tribunal de la Sala II de la Cámara Penal cuando lo condenó a 7 años y 10 meses de prisión.

Esperan a que algún interno se quiebre y cuente lo que pasó para esclarecer el caso.

Ahora, la principal dificultad de la investigación estará en determinar quién o quiénes se encargaron de matar a Alé. Según fuentes penitenciarias y policiales, el pabellón donde ocurrió el crimen es "uno de los más tranquilos", es decir el que registra menores niveles de conflictividad entre presos.

Y todo parece indicar que habrá que esperar a que algún interno se quiebre y revele quién o quiénes son los implicados, porque a todas luces lo más lógico es que varios presos hayan presenciado el hecho, que ocurrió después de la hora de almuerzo.