"Doy gracias que puedo contarla", decía Miguel Ruiz, sin exagerar. Unos centímetros más arriba o abajo, seguramente lo mataban. Es que mientras viajaba en su coche por la intersección de ruta 40 y calle Centenario, Chimbas, le apareció un desconocido y de la nada le largó un tiro que destrozó la ventanilla y fue a dar directamente a su rostro. La bala impactó a la altura de su mandíbula y de milagro no tocó ningún órgano vital.
Miguel Angel Ruiz, de 54 años y padre de familia, no le encontraba explicación al inédito ataque sufrido ayer a las 3:35 de la madrugada en esa zona de Chimbas. "Pienso que a lo mejor me querían emboscar para robarme o quitarme el auto. La verdad es que no sé qué pasó, no estoy acostumbrado a estas cosas", repetía el hombre, actualmente desocupado, habitante del barrio Laprida de ese departamento.
Él estaba acompañado por un amigo, con el que planeaba ir al departamento Iglesia. La idea era llegar temprano, por eso salieron de madrugada en su auto Renault 9 y tomaron la calle Centenario al Este hasta ruta 40. Cuando llegaron a ese cruce, Ruiz frenó su coche, pero en el momento que aceleró para entrar a la ruta, observó la sombra de una persona corriendo a su lado. "Vi a una persona que pasó por el costado y me largó el tiro, como a dos metros de distancia. Escuché el balazo. El impacto reventó el vidrio de mi ventanilla y después sentí que me pegó en la cara", explicó.
Recuerda que el agresor era un sujeto flaco, alto y con gorra. No sabe qué sucedió luego, porque Ruiz en su desesperación giró y salió raudamente en su auto para escapar. "No perdí el conocimiento, traté de tranquilizarme y fuimos a buscar ayuda. Mi amigo no podía hacer nada", dijo.
La sangre le brotaba del rostro, así llegó al Hospital Rawson. Los médicos que lo revisaron comprobaron que el proyectil era pequeño -sería un arma calibre 22- y que había quedado alojado en el maxilar izquierdo, señalaron en la policía. Si la bala hubiera ingresado en el cuello o en otra parte de la cabeza, Ruiz podría haber muerto. Pero tuvo mucha suerte, tanto que la lesión no era grave y al rato pudo retirarse a su casa. Ahora tiene que esperar operarse para que le extraigan el plomo. "Dentro de todo estoy vivo, gracias a Dios. Es increíble, pero no se puede salir a la calle con estos delincuentes que andan suelto y te disparan a matar por nada", agregó molesto.

