Víctima. Felipe Leonel Vargas (4).

 

Cuando la Policía conoció oficialmente que un niño de 4 años se había perdido en un barrio de Chimbas, alrededor de las 21,30 del sábado, todo era pura desesperación. Una reconstrucción de los últimos instantes del chico los llevó a saber que había almorzado con su mamá y el novio de la joven sobre las 14, que salió a jugar con otros dos niños de similar edad en la siesta. Y que sobre las 17,30 su madre se preocupó porque no aparecía por ningún lado y entonces otros familiares y amigos se pusieron a buscarlo, sin éxito. El misterio se develó de la manera más lamentable alrededor de las 22,20 del mismo sábado, cuando uno de los policías que habían encarado la búsqueda en la propia casa del menor, abrió la puerta superior del lavarropas y al meter la mano se topó con la cabeza del niño, identificado como Felipe Leonel Vargas.

Todo pasó en la casa 1 de la manzana J del barrio Los Toneles, en Chimbas. Allí no quisieron hacer declaraciones a este diario. De todos modos se supo que en esa casa vivía el menor, junto a su madre y una hermanita mayor, que no estaba cuando ocurrió la desgracia.

Cuando lo hallaron, el lugar se llenó de policías y empezaron a tejerse múltiples hipótesis. Al punto de que el juez del caso, Guillermo Adárvez, y su secretario, Alberto Caballero, llegaron a la escena del hecho para dirigir en persona la investigación del, hasta entonces, enigmático episodio. Una de las decisiones que tomaron fue trasladar el lavarropas con el pequeño cuerpo hasta la morgue judicial.

Recién sobre las 6 de ayer, el médico forense que había extraído al chico del aparato pudo echar luz sobre la sospechosa situación. El niño, de poco más de 1 metro y casi 20 kg, había muerto por asfixia por confinamiento, es decir por la falta de aire en el limitado habitáculo en el que fue encontrado, dijeron fuentes de la investigación.

El examen del médico fue clave porque determinó que el niño no tenía lesiones ni otros signos de violencia que hicieran sospechar de un ataque previo. También se supo que el lavarropas de uso habitual en su casa y enchufado cuando hallaron al menor, tampoco tenía daños o muestras de haber sido forzado, indicaron.

Así, la única hipótesis que parece quedar en pie es la de una muerte por accidente pues todo indica que el niño pudo meterse al lavarropas por una travesura y que la puerta del aparato, que tiene cierto peso, se cerró detrás suyo, trabándose y confinándolo a la tragedia.